Por Juan Carlos Cué Vega,
Cónsul de México en Brownsville.
A fin de que los mexicanos avecindados en los Estados Unidos de América tengan una atención y protección de sus derechos, el gobierno de México ha tendido una inmensa red de cincuenta consulados en el país del norte. La razón es obvia: los once o trece millones de mexicanos que viven bajo la sombra, escondidos de la vista de la autoridad, pero con una enorme participación en la economía tanto mexicana como del país en el que viven, requieren apoyo del gobierno de su país de origen.
Hasta donde se tiene registro, ningún país del mundo extiende tanta atención a sus conciudadanos en el exterior como lo hace México. Como lo he venido comentando en los diversos artículos que amablemente me publica el Valle Noticias, en estas oficinas brindamos una enorme cantidad de servicios que van desde otorgar documentos, tales como pasaportes, matrículas consulares, actas de nacimiento, de matrimonio o de defunción y diversos actos notariales, hasta actos de protección de los que ya he dado cuenta en entregas anteriores. Además, en los consulados atendemos a la comunidad en diversos programas de corte social como la educación, la salud o la administración financiera, a través de una institución ampliamente conocida y respetada por los compatriotas que es el Instituto de los Mexicanos en el Exterior. Para complementar nuestras tareas, también utilizamos el poder suave de nuestra cultura, para mantener nuestra presencia con connacionales y abrir los ojos a los habitantes locales, sobre la riqueza de tantos siglos de historia y herencia cultural. La cuarta pata de la mesa, la cubrimos con nuestra interacción con los actores económicos de nuestra circunscripción, a fin de motivar mayores intercambios económicos y comerciales entre nuestra área de operación y nuestros empresarios mexicanos para fomentar una intensa actividad en el marco de los acuerdos bilaterales, especialmente el Tratado de Libre Comercio, que tantos beneficios ha traído a los tres países firmantes.
En el Consulado de México en Brownsville en particular, desempeñamos todas estas tareas, pero indudablemente esta oficina, que atiende esta frontera, se caracteriza más por ser una representación en el que la protección tiene un papel preponderante. Así, dada la gran cantidad de personas que se lesionan al cruzar a los Estados Unidos, o son detenidos en el punto de revisión en Sarita, o aquellos que se extravían en el Rancho King al ser abandonados por los traficantes, o la identificación y repatriación de cadáveres, de enfermos, de personas vulnerables o los casos de violencia doméstica, el noventa por ciento de nuestro tiempo está dedicado principalmente a este asuntos, lo que implica un gran esfuerzo para localizar a familiares, coordinar con hospitales, funerarias, universidades, médicos forenses y muchas otras instituciones que complementan nuestra labor de una manera integral. Nada de esto, por supuesto, sería posible si no contáramos con la coordinación y apoyo solidario institucional y voluntario de enormes redes de aliados de la Secretaría de Relaciones Exteriores, construida a lo largo de muchísimos años de experiencias y sucesos que han permitido formar una verdadera mística de la atención consular mexicana.
Dentro de un par de semanas, en México habrá de asumir el gobierno una nueva administración, lo que implicará un nuevo presidente y un nuevo Secretario de Relaciones Exteriores, que deberá proponer y sobre todo comprometerse con la comunidad mexicana en el exterior, a que se continuará brindado este servicio con igual o mayor intensidad. Las muchas y muy variadas acciones llevadas a cabo por Embajadores y cónsules de México a lo largo de los años, comprueban que esta asistencia a los mexicanos no es una dádiva, que no depende de ideologías o inclinaciones políticas o compromisos de campaña, sino que es una de las tareas morales del Estado y que ésta, además, requiere de gran especialización, profesionalismo y tacto diplomático para realizarse bien, en beneficio de los individuos y dentro de los marcos legales tanto bilaterales como internacionales a los que México se ha comprometido.
La defensa de casos de pena de muerte, los apoyos económicos para la atención legal de casos migratorios, penales, civiles o administrativos, la relación con las autoridades migratorias o de otra índole, la intervención en favor de causas justas colectivas en materia migratoria o de otra naturaleza, la formación de alianzas y solidaridad con grupos sociales, organizaciones no gubernamentales sin romper el derecho, hacen necesario contar con funcionarios capaces, con claros criterios, experiencia y conocimiento profundo de las capacidades del Estado mexicano para continuar con éxito satisfaciendo las necesidades de una población que ha migrado, por diferentes razones y causas, y que en algún momento debe realizar alguna gestión en el consulado que le corresponda.
Los planes de largo aliento y medidas bilaterales que la nueva administración mexicana eventualmente negocie o pacte con los Estados Unidos, sin duda, surgirán de una planeación completa que considere e integre las riquezas de lo hasta ahora avanzado, con las aportaciones que los responsables de las oficinas consulares hagamos y aquellas ideas positivas, realizables, factibles, legales que provengan de auténticos líderes, mismas que ya hemos venido realizando en conjunto.
La actividad consular tiene su origen mucho tiempo atrás en la época romana en que se enviaban representantes a otras ciudades para tratar los asuntos del emperador, y se vuelve algo más o menos institucional, con la firma de la Convención de Viena sobre relaciones consulares, un tratado multilateral en el que se establecen las prerrogativas, derechos, inmunidades y obligaciones de los cónsules acreditados en un país. Entre las facilidades que el Estado que recibe debe brindar al cónsul, es el tener acceso a sus nacionales en prisiones y poderles brindar la asistencia y protección que se requiera.
Ciertamente, la convención debe ser revisada y actualizada a la época global que vivimos y debe incluir muchas más disposiciones que permitan una mejor y mayor gama de servicios. México puede ser un gran ejemplo, debido a todos los avances que ha alcanzado. Por ejemplo, la aplicación y uso de la tecnología en el otorgamiento de documentos, es algo en el que podemos aportar mucho a la comunidad internacional. Lo mismo puede decirse de la forma en que hoy en día se orienta y ayuda a la población en el envío de dinero, en el cuidado de sus finanzas y ahorro o en el cuidado de la salud. Estos temas representan un campo lleno de oportunidades a mejorar y en los que el apoyo de la cancillería mexicana de la nueva administración será fundamental si se quiere fortalecer la labor consular.
Tenemos la esperanza que tanto el ejecutivo federal del nuevo gobierno mexicano, así como los correspondientes actos legislativos de las cámaras, serán congruentes con el deseo de atender de la mejor manera posible a los mexicanos en el exterior y por ello, tenemos fundadas razones para creer que no se escatimará esfuerzo o recurso, financiero, material o humano alguno, en hacer de los consulados aún más, un verdadero pilar sobre el que descanse una agenda bilateral de cooperación en el tratamiento de los temas sociales de la migración. Al final del día, para México y para los Estados Unidos, el mejor entendimiento es aquel que se da entre sus nacionales. Creo que, sin duda, el nuevo gobierno sumará a su agenda lo mejor y apoyará con todo lo posible a sus connacionales. Los cónsules estamos aquí para desarrollar e instrumentar las políticas y estrategias. Serviremos con el entusiasmo y efectividad de siempre. Acércate a nosotros.
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