Washington cerrará en abril programa de emergencia para personas sin hogar puesto en marcha durante la pandemia.



EFE.

Los días de Janelle en un refugio para personas sin hogar, en el estado de Washington, tienen fecha de caducidad. En abril se acaba su tiempo bajo un techo si no recibe la llamada que le otorga vivienda permanente.

Las personas sin hogar se encuentran en un escenario extremo en la capital de Estados Unidos, con el desmantelamiento de numerosos campamentos y largas listas de espera para acceder a una vivienda permanente, ahora se le suma el cierre del programa de emergencia puesto en marcha por la ciudad para ayudar durante la pandemia a los más vulnerables.

Janelle, es una mujer de 38 años que lleva la mitad de ellos vagando por las calles, ha agotado todas las vías para conseguir una vivienda y el fin del programa limita aún más sus oportunidades, porque tampoco podrá alojarse en uno de los hoteles que estaban disponibles.

“Estaba intentando este año entrar en el PEP-V (Programa de Emergencia Pandémica para Personas Médicamente Vulnerables) para poder ir a un hotel, pero ya no podré, así que solo queda esperar a abril para ver si vuelvo a la calle”, explicó.

El departamento de Servicios Sociales del Distrito de Columbia, anunció en enero que pondrá fin al programa de forma gradual durante el año, de modo que no dará techo a nuevos solicitantes tras haber alojado a más de 2 mil 200 personas.

A dos calles del refugio donde reside Janelle está el parque de la plaza McPherson, donde vivían en tiendas de campaña más de cincuenta personas, porque el pasado miércoles una brigada de limpieza del Servicio Nacional de Parques lo desmanteló.

La operación comenzó a durante la mañana con tres avisos de la policía, que amenazó con detener a quienes no abandonaron el campamento, el mayor de la ciudad y situado a unas calles de la Casa Blanca.

Mary Jo, de 55 años, llevaba en este campamento apenas semana y media, cuando se marchó de un refugio por no aguantar más, relató los “abusos verbales” del personal por ser una mujer negra. Ahora, lamentaba, tenía también que abandonar McPherson a pesar de haber encontrado en sus compañeros una familia.

Eric Sheptock se quejó de los tratos y abusos en los refugios, tras haber pasado por tres de ellos, aunque él ha tenido más suerte que otros. Tras 12 años esperando, finalmente recibió la llamada que le abrió las puertas a una vivienda permanente.

Múltiples organizaciones han ofrecido voluntarios a la Administración ante la falta de trabajadores sociales para atender a las personas sin techo, indicó Antonia Fasanelli, directora ejecutiva de National Homelessness Law Center.

Asegura que el gobierno de la ciudad “tiene viviendas suficientes para acoger a todos, pero tarda entre seis y nueve meses en derivarlos a una vivienda permanente”.

Al borde de la lágrima, Fasanelli criticaba la forma “traumática” con la que Washington desaloja los campamentos, cuando en otras ciudades como Baltimore se da tiempo a los trabajadores sociales para contactar a las personas con viviendas disponibles.

A pesar del desmantelamiento del campamento del pasado miércoles, todavía quedan en McPherson algunas personas sin techo que se sientan en la acera de la plaza sin traspasar la valla que la cerrará al público hasta el verano.

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