EFE.
La relación entre Venezuela y Argentina trazó en sólo dos décadas un movimiento pendular que fue del eje Caracas-Buenos Aires, establecido por los presidentes Hugo Chávez y Néstor Kirchner, hasta la enemistad que encarnan los actuales gobernantes Nicolás Maduro y Javier Milei, después de que este desconozca la reelección del primero.
El vínculo entre Chávez y Kirchner se remonta al día uno de mandato del argentino, cuando ambos hablaron de consolidar un proceso de integración sudamericana que daría como fruto la consolidación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y que se apalancó en la sintonía política entre varios presidentes de la región.
En la “nueva izquierda latinoamericana” no sólo destacaron Chávez y Kirchner, sino también el brasileño Luiz Inácio da Silva, el boliviano Evo Morales, el uruguayo José ‘Pepe’ Mujica y el ecuatoriano Rafael Correa.
Pero, por personalidad y liderazgo, fueron el venezolano y el argentino, junto con Lula, quienes tiraron del carro de un ideario nutrido de socialismo, peronismo y progresismo que, en 2005, en la recordada Cumbre de las Américas en Argentina, dieron por muerto al proyecto neoliberal del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsado por Estados Unidos.
“Es conveniente que insistamos en esto. Vamos a mirar hacia el sur sin perder la vista hacia el norte. Pero la mirada primera nuestra debe ser hacia el sur. Caracas-Buenos Aires, el eje; Caracas-Brasilia; Brasilia-Buenos Aires”, animaba Chávez a finales de ese año.
Esa misma sintonía llevó a Kirchner a promover en 2006 el ingreso de Venezuela como socio pleno del Mercosur, el bloque fundado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
La fluida relación de Chávez con Kirchner y su esposa y sucesora, Cristina Fernández, no estuvo exenta de capítulos polémicos.
Entre estos destacan la expropiación de la siderúrgica venezolana Sidor al grupo argentino Techint —de compleja relación con los Kirchner—, o el “escándalo de la valija” de Guido Antonini Wilson, empresario venezolano que llegó a Argentina en 2007 con una maleta con 790 mil 550 dólares sin declarar, fondos que, se sospecha, podrían tener como destino la campaña electoral de Fernández.
Otro punto controvertido fue la compra por parte de Venezuela de unos 5 mil millones de dólares en bonos soberanos de Argentina, cuando esta tenía vedado el acceso a los mercados internacionales de deuda.
La relación bilateral cambió drásticamente con la llegada del conservador Mauricio Macri a la Casa Rosada. Tras la muerte de Chávez en marzo de 2013, Nicolás Maduro gobernaba una Venezuela ya muy cuestionada en materia de derechos humanos.
En agosto de 2017, Venezuela fue suspendida de su participación en el Mercosur por la aplicación de la cláusula democrática del bloque, una decisión impulsada, entre otros, por Macri, cuyo gobierno, además, pidió junto a otros países en 2018 a la Corte Penal Internacional que investigara al Ejecutivo de Maduro por la presunta comisión de delitos de lesa humanidad.
El peronista Alberto Fernández retiró aquella solicitud, pero su gobierno tuvo una relación bastante más fría con la Venezuela de Maduro que aquella del “eje Caracas-Buenos Aires”.
El vínculo bilateral se resquebrajó por completo con el desembarco del libertario Javier Milei en la Casa Rosada, en diciembre pasado. El líder ultraliberal, alineado en política exterior con Estados Unidos, es un acérrimo enemigo del socialismo venezolano y tilda a Maduro de dictador.
Este, por su parte, califica a Milei de “fascista” y “cobarde”, una suma de improperios agudizada en las últimas semanas, tras la decisión del gobierno argentino de restablecer el pedido ante la Corte Penal Internacional y de apoyar un cambio político en Venezuela en los comicios del pasado domingo.
El triunfo electoral que Maduro asegura haber logrado es desconocido por Milei, que llama a otros países a secundarle.
Lejos de la histórica alianza que, en el siglo XIX, sellaron el venezolano Simón Bolívar y el argentino José de San Martín para forjar la independencia latinoamericana, Maduro y Milei protagonizan una enemistad manifiesta, mientras sus pueblos no olvidan los lazos solidarios que llevaron a miles de argentinos a elegir Venezuela como tierra de exilio durante la última dictadura (1976-1983) y a cerca de 220 mil venezolanos a migrar recientemente a Argentina en busca de un mejor destino.
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