El Gobierno de Estados Unidos tiene previsto autorizar la extracción de petróleo y gas en el Ártico de Alaska antes de que termine el año. David Bernhardt, secretario de Interior, ha revelado en una entrevista con The Wall Street Journal que la Administración de Donald Trump está ajustando los detalles para subastar contratos de extracción de hidrocarburos en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, una región que ha estado protegida en los últimos 50 años y donde habitan importantes colonias de osos polares y renos.
La decisión llega después de que el Congreso estadounidense autorizara en 2017, a petición de Trump, las actividades petroleras en el refugio. Entonces, los legisladores dieron a la Administración un plazo hasta diciembre de 2021 para asignar los contratos. Si la Casa Blanca firma un compromiso con alguna compañía petrolera, la posibilidad de echarlo atrás será difícil, incluso si el nuevo presidente de Estados Unidos llega a ser el demócrata Joe Biden. Desde 2017, diversos grupos ambientalistas han luchado en los tribunales por impedir la llegada de las compañías petroleras al Ártico, advirtiendo de los riesgos que supone para el medio ambiente.
El plan propuesto por el Gobierno estadounidense señala que la extracción de petróleo se hará, principalmente, en la costa y en la parte más al norte del territorio. La estimación es que exista una intervención de un 0,01% en la reserva con la construcción de las instalaciones petroleras, aunque el proyecto aún no contempla que se realicen conducciones. “Tengo un grado notable de confianza en que esto se puede hacer de una manera responsable, sostenible y respetuosa con el medio ambiente”, dijo Bernhardt a The Wall Street Journal. Sin embargo, el plan medioambiental reconoce que existe “un riesgo potencial alto” de muertes de osos polares, unos animales que podrían desaparecer en 80 años, según un estudio reciente publicado en Nature Climate Change.
El Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico tiene una extensión de 7,7 millones de hectáreas y se ubica al noreste de Alaska, en el norte colinda con el océano Ártico y al este con la región canadiense de Yukon. Es la reserva natural de mayor extensión en Estados Unidos y la más prístina. El territorio es uno de los principales centros de reproducción de osos polares y renos. En 1960, fue declarada como área federal protegida por el presidente Dwight D. Eisenhower y en 1980 el presidente Jimmy Carter firmó una ley para garantizar su protección. En 2016 y, a unas semanas de terminar su mandato, el presidente Barack Obama prohibió la exploración de yacimientos petroleros en el océano Ártico, ante la amenaza de que Trump emprendiera actividades energéticas en la región.
Trump ha impulsado durante su Gobierno una fuerte agenda energética y ha cuestionado en varias ocasiones el cambio climático. “Vamos a mirarlo”, dijo el presidente la mañana del lunes en una entrevista en la cadena Fox News al ser cuestionado por las declaraciones del secretario de Interior. La decisión de emprender la explotación de hidrocarburos en una reserva natural es sumamente impopular en Estados Unidos. En 2017, cuando se discutió en el Congreso, una encuesta de la Universidad de Yale reveló que un 70% de los votantes estadounidenses, incluyendo a los republicanos, se oponían a la idea de permitir la extracción de petróleo en el Ártico. “Cualquier empresa petrolera que busque perforar en el Refugio Ártico se enfrentará a enormes riesgos de reputación, legales y financieros”, ha advertido Adam Kolton, director de la organización Alaska Wilderness League, en un comunicado.
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