La miss Sandra lleva 29 años dando clases en nivel primaria, casi siempre ha trabajado en escuelas públicas. Usa una computadora pequeña que le dio la SEP hace once años, no la cambia porque ya sabe usar ésa y le entiende. Aunque ya había usado el internet para hacer trabajos y ejercicios se enfrenta con dificultad a las tareas enteramente digitales.
Tuvo que hacer un salón en línea, con una presentación visual en la que también estuvieran los libros que necesitan sus estudiantes; los agregó a todos a través del correo electrónico de sus mamás o papás; y ha tenido que preparar, por adelantado, el material digital que usarán los niños.
Tiene 56 años y cuenta que, al principio, se sentía en desventaja frente a sus compañeras y compañeros más jóvenes en cuanto al conocimiento de las herramientas tecnológicas, pero con el paso del tiempo, intercambiando opiniones y experiencias a través del chat con amigas y compañeros, se dio cuenta de que la nueva encomienda era retadora hasta para los que disfrutan de la tecnología.
En el nuevo ciclo escolar se han implementado muchos requerimientos a través de plataformas digitales y la maestra ha tenido que lidiar con ellas buena parte de su día.
“Es un cambio muy drástico y hasta violento. No estábamos preparados. Muchos no tenemos el conocimiento tecnológico que se necesita, ni papás, ni niños, ni docentes; hay a quien sí le gusta y tiene acceso, desde luego, pero para muchos de nosotros ha sido muy difícil”, relata.
La mayoría de los profesores de su escuela conservaron su grupo, ella ya conoce a los 26 alumnos que tiene a su cargo. Sin embargo, no todos cuentan con las mismas posibilidades.
“Me duele ver que muchos niños no tienen computadora y deben hacer las cosas a través de un celular; otros han tenido que salir a la calle para acceder a internet; las mamás y los papás se enfrentan a una situación muy difícil también”.
A las dificultades materiales, se suma la falta de cercanía y de afecto, que es muy importante para ella y para los niños.
“Fue lo que me dijeron los niños el lunes, que extrañaban. La convivencia es muy importante. Creo que ahora los niños valoran mucho estar en la escuela y van a querer regresar. En la escuela hay una dinámica de familiaridad muy padre, significa conocernos bien, saber quiénes somos y relacionarnos así, como familia, va mucho más allá de ser solo alumnos y maestros. Me doy cuenta de que mis alumnos y yo nos extrañamos, extrañamos el cariño, la cordialidad y el apapacho”.
A pesar de la dificultad, disfrutó diseñando su salón de clases digital; pero se dio cuenta de que los niños no quieren eso, lo que quieren es convivir. “Eso ya no les impresiona, lo que quieren es verse”.
La miss dice que, durante las clases a distancia, cada niña y niño va a tener una experiencia totalmente distinta a la de sus compañeros, mientras que algunos van a estar en el confort de sus casas con todo a la mano, otros se van a topar con una dificultad para hacer cada tarea.
“Es injusto. El lunes, hubo quien sí tuvo cómo conectarse, pero unos estaban en la calle, les costó trabajo, y hubo quien ni pudo estar. No es adecuado”.
“Las autoridades educativas deberían de ser más flexibles, tener un criterio más amplio, bajarse a la base: desde donde ellos están, no tienen una visión completa. Ni siquiera les dieron tabletas a los niños, como en años anteriores. Los horarios de los programas en la tele no son necesariamente los que convienen, y mamás y papás no disfrutan ver a sus hijos pegados a la televisión y creo que tienen razón”, apunta.
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