Ya no es voluntario. Desde este martes, quedarse en casa ha dejado de ser una recomendación sanitaria para 6,7 millones de personas en el área metropolitana de San Francisco, California. Los seis condados alrededor de la ciudad han aprobado una orden de aislamiento en casa obligatorio con condiciones muy parecidas a las aprobadas en el estado de alarma en España, actualmente el tercer país con más contagios por coronavirus. San Francisco es la primera zona en Estados Unidos en restringir el movimiento de sus ciudadanos. Este martes, el alcalde de Nueva York advirtió de que está considerando una orden similar.
La orden de resguardarse en casa (shelter in place, es el nombre legal en inglés) incluye medidas de restricción de las libertades individuales muy similares a las adoptadas en Italia o en España, que se encuentra en situación de estado de alarma desde el pasado sábado. Queda prohibido salir de casa para cualquier actividad no esencial (comprar comida o medicamentos, acudir al trabajo o a cuidar de personas dependientes). Salir de casa para cualquier otra cosa es considerado “una amenaza contra la salud pública” y constituye un delito.
La decisión ha sido tomada por los seis condados que forman la conurbación de la ciudad: San Francisco, San Mateo, Marin, Contra Costa, Alameda y Santa Clara, donde se encuentran la mayoría de las empresas de Silicon Valley, incluyendo Apple, Google o Facebook. Fue anunciada el lunes y entró en vigor horas después, en la medianoche del lunes al martes. La duración inicial es hasta el 7 de abril.
La zona que se encuentra en cuarentena obligatoria desde hoy supone una economía de 877.000 millones de dólares, según datos de Reuters, o un 30% de la economía de California, la más grande de Estados Unidos. En total, 3,5 millones de empleos están amenazados. Todos los negocios no esenciales están obligados a cerrar. Ante la evidencia del impacto de las medidas contra el coronavirus, la Casa Blanca anunció este martes un plan de 850.000 millones para sujetar la economía mientras dura la crisis.
Hasta el lunes por la mañana se habían registrado 273 casos de Covid-19 en San Francisco. En todo California (39 millones de habitantes) hay por el momento seis muertos por la enfermedad. “Esta orden se dicta porque las tasas de infección en el área de la bahía han llegado a un nivel que indica que estamos en situación crítica o lo vamos a estar muy pronto”, dice en su web el Departamento de Salud Pública del condado de San Francisco. Aunque los números están muy alejados en proporción a los de España o Italia, la falta de pruebas diagnósticas masivas hace pensar que la situación se va a disparar en cuestión de días.
Todo California se encuentra en estado de emergencia desde hace una semana por la expansión del coronavirus y las medidas se van actualizando día a día. En estos momentos, está en vigor una recomendación del gobernador de permanecer en casa y no salir más que lo imprescindible. Las grandes ciudades, como Los Ángeles, están ampliando poco a poco la obligatoriedad de las medidas, por ejemplo, cerrando todos los bares, pubs y cines. Pero solo en San Francisco se ha dictado el confinamiento obligatorio bajo amenaza de multa como en España e Italia.
El confinamiento obligatorio “es una intervención crítica para reducir el daño de la expansión del coronavirus en nuestra comunidad”, reza una nota explicativa del Departamento de Sanidad de San Francisco. “Basado en lo que podemos predecir, este es el momento de hacer todo lo que podamos para prevenir que la situación se ponga mucho peor en cuestión de días o semanas”.
Se trata de un paso más allá para frenar el virus que puede acabar llegando a otras grandes ciudades. Este martes, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, anunció que se está planteando dictar una orden shelter in place como la de San Francisco “en las próximas 48 horas”. Los últimos días han hecho evidente en las grandes ciudades que hay muchas personas que ignoran las recomendaciones de distanciamiento social y aislamiento. En Nueva York o Los Ángeles la gente ha insistido en permanecer en los bares hasta que los han tenido que cerrar.
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