AP.- Una lista creciente de funcionarios israelíes ha aceptado la responsabilidad por no haber podido impedir el brutal ataque de Hamás a poblaciones del sur de Israel el 7 de octubre, la incursión que provocó la guerra en curso entre el Estado judío y la milicia islámica.
Pero en esa lista hay alguien que destaca por su ausencia: el primer ministro Benjamín Netanyahu.
Tras el horrendo asalto, la jornada más letal para los israelíes en los 75 años transcurridos desde la fundación del país, Netanyahu se ha negado reiteradamente a una rendición de cuentas. En cambio, echa culpas a diestra y siniestra, lo cual, según sus detractores, es más propio de un líder preocupado por su propia supervivencia política que de un estadista que busca tranquilizar y conducir una nación traumatizada.
“Netanyahu libra una batalla personal por su supervivencia y le da prioridad por encima de la conducción de la guerra de Israel contra Hamás”, dijo el periodista Anshel Pfeffer, autor de una biografía del primer ministro. “Como parte de esa batalla, está dispuesto a difamar a los comandantes del Ejército y los servicios de inteligencia”.
Cuando cientos de milicianos de Hamás derribaron los sistemas de seguridad supuestamente impenetrables de Israel y arrasaron con sus poblaciones, las fuerzas de seguridad de las que se hace tanto alarde fueron sorprendidas con la guardia abajo; fueron asesinadas unas mil 400 personas, y los soldados tardaron horas en llegar. La guerra ha matado a más de 9 mil palestinos, según funcionarios de salud de Gaza, arrasando con muchas partes de la Franja.
El ataque también dio por tierra con la convicción de muchos jefes militares, políticos y de inteligencia israelíes de que Hamás no tenía interés en detonar un conflicto nuevo, ya que lo disuadía el poderío militar israelí.
El jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, el ministro de Defensa, el jefe de la agencia de seguridad interior, Shin Bet, y otros altos funcionarios del sector aceptaron la responsabilidad en los días posteriores al ataque.
En cambio, Netanyahu no ha aceptado públicamente la menor responsabilidad por los pasos en falso que permitieron el ataque, a pesar de que ha sido el jefe de gobierno durante 13 de los últimos 14 años. Dice que habrá tiempo para investigar después de la guerra.
“Se investigará este desastre. Todos deberán responder, incluido yo”, dijo Netanyahu dos semanas y media después del ataque. Pero ha rechazado las críticas y las sugerencias de que renuncie.
“Lo único que haré renunciar es a Hamás. Los renunciaremos al basural de la historia”, dijo a la prensa el fin de semana pasado. “Esa es mi responsabilidad”.
Netanyahu, una figura polarizadora en Israel, también ha recibido críticas por su respuesta a la crisis.
Se le ha acusado de ser incapaz de unir a la nación con un discurso o medida edificante. Muchos israelíes dicen que fue el presidente estadounidense Joe Biden, en su visita a Israel días después del ataque, quien cumplió mejor esa función.
Se le criticó por esperar muchos días antes de visitar a las familias de las más de 240 personas que se cree fueron secuestradas por Hamás. La mayoría de estas venían de las granjas colectivas, gente de tendencia izquierdista que no suele votar por Netanyahu. La economía está cayendo y la gente deplora la lentitud del gobierno para responder a las carencias urgentes de los 250 mil israelíes desplazados.
Pero la indignación mayor se produjo durante el fin de semana, cuando en un tuit nocturno Netanyahu dijo que la culpa de todo la tenían los jefes de seguridad, que nunca le advirtieron sobre las intenciones de Hamás, y, por el contrario, le dijeron que la milicia islámica estaba disuadida.
Benny Gantz, exjefe del Estado Mayor y ahora miembro de la coalición de guerra, publicó en X (antes Twitter), que “durante la guerra, la conducción debe actuar de manera responsable”, y exhortó a Netanyahu a retractarse.
Netanyahu borró el tuit y ofreció disculpas, diciendo que “no se debería haber dicho”.
Pero los detractores dicen que el daño es irreversible. Idit Shafran Gittleman, investigador senior del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, dijo que el tuit apareció cuando la confianza en los servicios de seguridad ha tocado fondo.
“Se daña a los jefes de seguridad, pero también se daña la confianza de los soldados en el terreno”, que ven a su primer ministro enfocado en asuntos que no son ganar la guerra, dijo.
Los enfrentamientos entre Netanyahu y sus jefes de seguridad no son una novedad. Shafran Gittleman destacó su aparente negativa a aceptar sus advertencias de que el plan de reformar el sistema judicial amenazaba la seguridad del Estado. Decenas de reservistas y pilotos de combate, pilares cruciales de las fuerzas armadas, habían amenazado con dejar de revistar si continuaba la reforma, aunque han regresado rápidamente a filas desde el 7 de octubre.
Los aliados y la base nacionalista de Netanyahu dicen que el jefe del gobierno enfrenta críticas injustas e inoportunas por parte de las mismas personalidades de los medios y el público que lo han enfrentado desde hace tiempo.
“O bien esperamos hasta que una investigación determine quién es el culpable y por ahora nos concentramos en lograr la victoria sobre Hamás, o bien todos culpan a todos ahora mismo y Netanyahu también tiene el derecho de responder”, escribió en X Shimon Rifkin, un periodista próximo al primer ministro.
El ataque y sus secuelas sin duda han sido el reto mayor para Netanyahu en su largo período como jefe del gobierno y probablemente será una mancha en su trayectoria. Ha destruido su imagen minuciosamente cuidada de líder fuerte con credenciales bruñidas de seguridad que trabaja incansablemente para proteger a Israel de sus múltiples amenazas.
Las encuestas revelan que el apoyo al partido oficialista Likud está por el suelo y el público lo considera mucho menos apto para gobernar que su principal oponente político, Gantz, y que su coalición actual no tendría ni de lejos el apoyo necesario para gobernar si se realizaran elecciones hoy.
Tampoco es la primera vez que Netanyahu se niega a aceptar responsabilidad por una crisis bajo su gobierno. Dice que un juicio por corrupción en su contra es una caería de brujas orquestada por la prensa.
El año pasado, al declarar en una investigación sobre la muerte de 45 personas en una estampida en un sitio de peregrinación judía, Netanyahu dijo que desconocía los problemas que la habrían provocado. “Uno no puede hacerse responsable por lo que no sabe”, dijo.
Noam Tibon, un exgeneral del ejército que se había pronunciado contra la reforma judicial y rescató a su hijo y su familia durante el ataque de Hamás, dijo que el país necesitaba la unidad para ganar la guerra, pero que Netanyahu sembraba la división.
“Cada israelí debe preguntarse, ‘¿considero yo que Netanyahu es capaz de conducir a Israel a la victoria en esta guerra?’”.
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