MADRID, ESPAÑA.— Aquejado por el coronavirus, murió este jueves el expolicía Juan Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, símbolo de la represión de la dictadura franquista en España.
El presunto torturador murió sin que el gobierno de Pedro Sánchez pudiera cumplir su promesa de retirarle las cuatro medallas al mérito policial –que elevaba sustancialmente su pensión—, y con la protección de la justicia, que basada en la ley de amnistía, hasta la fecha mantiene impunes los crímenes del franquismo.
La muerte se ha producido a primera hora del día en la clínica San Francisco de Asís, donde fue ingresado hace unos días por un padecimiento de riñón y aquejado por el covid-19, adelantó Eldiario.es.
Billy el Niño fue un miembro de la Brigada Político Social, la policía política del franquismo que ejercía una brutal persecución contra los opositores al régimen. El exinspector fue identificado por innumerables víctimas como quien los torturaba y se solazaba de los métodos de extrema violencia a los que los sometía.
“Era un torturador compulsivo”, lo describía José María Chato Galante, una de sus víctimas, dos veces detenido y torturado, a los 21 y a los 28 años, en un encuentro con corresponsales extranjeros. En 2017, tras presentar una querella en su contra por delitos de lesa humanidad, Galante recordaba que el policía le golpeó con la culata de un arma y le dijo: “ya puedes decir por ahí que te ha abierto la cabeza Billy el Niño”.
En octubre de 2008 el entonces juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, abrió la primera causa contra los crímenes del franquismo, en las que estaba incluido Billy el Niño. Desde entonces, en España se han presentado decenas de querellas en contra del torturador, pero la legislación española mantiene el blindaje contra los crímenes de la dictadura.
El argumento judicial era la prescripción de los delitos, porque no han sido reconocidos como crímenes de lesa humanidad, los cuales no tienen prescripción.
Ante la cerrazón de la justicia española, los denunciantes viajaron a Argentina, donde se inició un proceso contra los crímenes del franquismo, que sigue en instrucción. La jueza argentina María Servini de Cubría solicitó a España su extradición en 2014 por su vinculación a trece delitos de tortura, pero la Audiencia Nacional denegó su entrega a Argentina.
Las víctimas de Billy el Niño
La revista Proceso pudo entrevistar a varias víctimas de Billy el Niño, quienes hablaban de los tormentos a los que fueron sometidos. Una de ellas era María Rumín quien recuerda que para este exinspector “no éramos antifascistas, sino putas, maricones, escoria social y por eso se sentían en derecho de hacer con nosotros lo que quisieran.
“Como a Enrique Ruano, que lo tiraron por la ventana de su casa. Éramos menos que nada, éramos unos antipatriotas –por pronunciarse contra la dictadura de Franco—, como comunistas éramos el demonio y la represión ideológica era la base de todo”.
María fue detenida en febrero de 1975, durante unas protestas contra la dictadura y contra la carestía de la vida, encabezadas por amas de casa. “Yo tenía 17 años, pero era muy activa en organizaciones antifranquistas. Nos detuvieron a varios y nos llevaron a la sede de la brigada, ahí nos torturaron física y psicológicamente. A punta de golpes, Billy el Niño me exigía que diera nombres de compañeros. La dictadura no fue de guante blando, era salvaje como lo era González Pacheco”.
Entrevistada en 2013 y en 2017, Rumín reconocía que para ella Billy el Niño seguía ejerciendo “mucho miedo”, “su figura me intimida mucho. Sé que lo siguen protegiendo, por eso quiero que se sepa quién es él quiénes lo protegieron durante tantos años”.
Felisa Echegoyen, otra de sus víctimas, recordaba que fue “molida a palos y patadas” durante 72 horas. Aunque su marido era quien participaban en movimientos sociales de protesta, ella también sufrió la tortura.
Medallas al mérito
Jesús Rodríguez, otra víctima del torturador, reprochaba en una entrevista con Proceso, en 2017, que Billy el Niño hubiera sido condecorado con medallas al mérito. Una de ellas entregada por el ministro del Interior, Martín Villa, otro de los reclamados por la justicia argentina por los crímenes del franquismo.
El actual gobierno se comprometió a que una de sus primeras acciones sería retirarle las medallas con las que fue condecorado en su carrera, algunas pensionadas.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) presentó una petición, acompañada de 250 mil firmas, para que le fuera retirada la medalla que se le otorgó en 1977. Pero el gobierno del conservador Mariano Rajoy hizo caso omiso de la solicitud.
El gobierno de Pedro Sánchez anunció que se las retiraría. El ministro Fernando Grande-Marlaska, al recibir el expediente de González Pacheco descubrió que no le había sido impuesta una, sino cuatro medallas al mérito policial.
La primera condecoración es de 1972 y la última de 1982, aunque no empezó a cobrarla hasta que la reclamó por vía judicial en 2010, escribió la periodista Natalia Junquera, especializada en temas de memoria histórica del diario El País.
La primera medalla, con distintivo rojo y un incremento de 10% en su pensión, le fue otorgada por el gobierno franquista en 1972. Una segunda condecoración, con distintivo plata, le fue otorgada por el gobierno de Adolfo Suárez el 13 de junio de 1977, por la liberación del presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol, y el teniente general Emilio Villaescusa, secuestrados por los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo) entre 1976 y 1977. Esto reflejaba un incremento de 15% en su pensión.
La tercera, también con distintivo rojo –10% más de incremento en la pensión– le fue concedida por el Ministerio del Interior el 10 de octubre de 1980. Y la cuarta medalla de plata es del 30 de marzo de 1982, que se le entregó a toda la Brigada de Información, a la que pertenecía el torturador, lo que le supuso un incremento de 15% adicional.
Esta última es la que Billy el Niño reclamó vía judicial, porque no se le estaban abonando los beneficios de dicha condecoración, que se resolvió el 12 de diciembre de 2010.
Ninguna de estas condecoraciones cumple con los requisitos que establece la ley para la imposición de estas medallas, como virtudes de “patriotismo, lealtad o entrega al servicio”.
El gobierno no pudo retirarle las medallas porque habían sido concedidas de acuerdo a una legislación de 1964 y suponía dificultades legales de actuar de forma retroactiva.
El expolicía fue fotografiado en fiestas con policías en activo, pero salvo que las imágenes eran publicadas en medios de comunicación, nunca pasó nada. Seguía siendo protegido desde algunos sectores del poder policial y político.
Sin embargo, el coronavirus se llevó por delante a este expolicía, leyenda de la tortura.
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