San José. – Con más de 19 mil horas de vuelo acumuladas en 40 años como piloto comercial en América y Asia, el costarricense José María Vargas Callejas podría ostentar otro galardón que se ganó en 2020 al viajar por China, Japón, Estados Unidos y Costa Rica en época del coronavirus en desempeño de su profesión o en vacaciones:
“Míster Cuarentena”. “No se desesperen”, recomendó Vargas, de 59 años, al repasar el trajín internacional por el que, en enero, febrero, marzo y abril de 2020, debió someterse en esos cuatro países a unos 100 días de las más variadas restricciones sanitarias de cuarentenas, con aislamiento o connamiento, y todavía en mayo a otras rigurosas normas antes de reanudar próximamente su actividad laboral cotidiana.
“Pronto saldremos de esto y nos tomaremos una cerveza en un bar, con total normalidad y tranquilidad”, pronosticó, con optimismo, tras ser testigo del impacto inicial de la enfermedad en Asia y de su desarrollo en América.
Consecutivas o interrumpidas, las cuarentenas marcaron la vida de Vargas por sus frecuentes misiones hacia metrópolis chinas, como Shanghái, a la urbe japonesa de Osaka, o por trasladarse de vacaciones a San José, la capital costarricense, con escala en la ciudad estadounidense de Dallas.
Para regresar a China, viajó de Costa Rica—donde sufrió las limitaciones preliminares de la emergencia en la salud—a Dallas y Hawái: en la glamorosa isla fue sometido por las autoridades de Estados Unidos a otra fase de impedimentos previo a llegar a suelo japonés… a otra cuarentena.
En una entrevista con EL UNIVERSAL, Vargas, narró entretelones de su vivencia como piloto de la compañía asiática Spring Airlines en una temporada con características sin precedentes. El núcleo familiar inmediato de Vargas—Cristina Ulloa, su esposa, y sus hijos, José María y María del Carmen, todos costarricenses—vive en Costa Rica, en permanente comunicación con su esposo y padre. Vargas se trasladó en enero de 2020 a China luego de unas vacaciones en Costa Rica, para reincorporarse a su trabajo.
“Me sentí raro. ¡Las cosas no uían con normalidad! Había cancelación de vuelos, lo que es inusual en esta empresa. Veía a muy poca gente en las calles de Shanghái. Nos tomaban la temperatura en varios lugares de esa ciudad”, relató.
Pero las dudas del piloto se aclararon cuando empezó a ver a gran número de personas con mascarillas.
“Lo que más me impactó”, prosiguió, “fue que en los hoteles de China nos servían los alimentos en bandeja, porque nos teníamos que ir a la habitación a desayunar, almorzar o cenar. A partir de ese momento me dije que eso ya estaba siendo mucho más serio de lo que la mayoría de la gente estaba creyendo en todo el mundo”.
En lo que describió como “la sensación más desagradable que he tenido en mi vida profesional”, Vargas rememoró el día en que en enero pasado aterrizó a Shanghái, al igual que gran cantidad de veces lo hizo desde que en 2009 arribó a China como piloto, y visitó esa ciudad de 28 millones de habitantes.
“¡Qué tristeza! Shanghái totalmente vacía, todos los comercios cerrados, sin tráco de vehículos y absolutamente nadie en las calles, como un país en guerra”, recordó. Hasta ese momento, sin embargo, el piloto pretendió ser solo un testigo privilegiado de una situación que en nada tenía que afectarle directa o indirectamente, pero fue cuando la palabra cuarentena apareció en su radar de vida.
En enero y hasta principios de febrero, por sus vuelos a China, vivió en Shanghái una cuarentena “semiabierta”, ya que “el único lugar en el que podía comer era en la habitación del hotel.
Podía salir a caminar, pero era una situación muy desagradable, porque daba mucha tristeza observar aquella gigantesca soledad”. Vargas regresó en febrero a Japón y, ante la incesante y masivo propagación del virus con su secuela de afectaciones en la industria aeronáutica mundial, la aerolínea le pidió que viajara a Costa Rica.
“Pero para ese momento ya existían restricciones para ingresar a Estados Unidos. Así que tuve que permanecer 14 días en cuarentena en Japón antes de mi regreso a Costa Rica, con lo que así completé un mes en situaciones de cuarentena y de restricción”, detalló.
Sin embargo, el traslado a suelo costarricense tampoco fue sencillo porque se topó con dicultades para ir a Hawái y pasar luego de esa isla a territorio continental de EU por los protocolos establecidos por las autoridades estadounidenses para enfrentar al Covid-19.
Al aproximarse la Semana Santa, que se conmemoró del 5 al 12 de abril, la aerolínea le pidió a Vargas que se regresara a China, porque ya se estaban haciendo los preparativos para reanudar las actividades aéreas comerciales. “Por eso es que, viendo que mientras en Costa Rica empezaron a cerrar fronteras terrestres, aéreas y marítimas y comenzaron a cancelar vuelos de algunas aerolíneas, decidí retornar a China por la misma ruta: San José—Dallas—Hawái—Osaka. Para esos días había estado ya parte de enero, febrero, marzo y parte de abril en cuarentena o aislamiento”, indicó. El itinerario se cumplió sin líos. No obstante, otra sorpresa:
“Todo normal hasta que llegué a Hawái, donde tuve que permanecer dos días recluido en la habitación de hotel. Sólo me permitieron salir a caminar a ratos. Nadie se puede imaginar la tristeza de ver esas playas sin nadie y ese lugar afrodisíaco desolado. No lo podía creer”. Pasados los dos días, Vargas logró salir hacia Osaka. “Me aceptaron porque tengo residencia en Japón, pero de otra manera en Osaka me hubieran rechazado.
Eso sí, con la orden de cumplir 14 días más de cuarentena en Japón. Y resulta que durante en esos 14 días cerraron las fronteras de China y pusieron más restricciones”, rerió. En la conversación por WhatsApp con este periódico desde Osaka a nales de la primera quincena de mayo, anunció:
“Quedé en una cuarentena parcial en Japón. Sigo en Japón esperando que pronto se abran las fronteras de China para poder ir a laborar. No tengo idea de cuándo podré regresar a Costa Rica… tal vez en diciembre, con suerte. He viajado por medio mundo sometido a cuarentenas.
No hay que desesperarse”. Vargas informó el 18 de mayo que envió su pasaporte a la embajada china en Japón para cumplir con los trámites y recibir los permisos para reintegrarse a su trabajo. “Ha sido largo, pero aquí voy y todo parece que va bien”, reportó.
.