CIUDAD DE MÉXICO.- La piel de 40 mil compatriotas se erizo al entonar las primeras palabras, “Mexicanos al grito de guerra”, esa primera estrofa fue mucho más que un himno, fue apenas la advertencia de lo que vendría.
El partido más esperado y muchas veces hasta temido había llegado, para encarar a la Seleccion Mexicana con su destino mundialista.
Los 11 guerreros mexicanos saltaron al terreno de juego con la firme convicción de trascender, pero sobre todo de desaparecer el recuerdo tan amargo que dejó ese 4 a 1 de hace un año la Copa Confederaciones.
Volcados al frente y con confianza menos de un minuto México dejó claro que iba por la victoria. Por izquierda Lozano dio el primer aviso.
El poderio germano no tardo en reaccionar y respondió con un tiro de media distancia que Ochoa atajó con complicaciones.
Por 30 minutos México tuvo el control del partido y cada alma tricolor se paralizaba en las constantes llegadas nacionales.
En la banca el estratega colombiano perdía de a poco la compostura, las indicaciones desde el banquillo se volvían más y más eufóricas, el sacó voló al piso y la camisa se desfajo.
El minuto 35 fue el punto de inflexión del encuentro. Tras un gran pase de Javier “Chicharito” Hernández, Hirving Lozano llegó para tomar la pelota, quitarse a Kimmich y poner el balón lejos de Neuer para hacer explotar el estadio.
Alemania se quedo en shock y así llegó el medio tiempo que sólo hacía más incrédulo el resultado.
En el complemento llegaron los cambios. El primero de Edson Álvarez por Vela y después Jiménez por Lozano. El temor del pasado volvía pues se apagaba a la defensa para solventar un partido casi perfecto en el planteamiento inicial.
En las gradas el sentimiento de certidumbre comenzó a hacerse presente, pero surgían cánticos de aliento que rejuvenecieron el encuentro.
El temor se volvió aún más grande con las llegadas de Alemania que comenzaron a subir también número como en peligrosidad pero al menos un par de veces apareció Ochoa para bajar la cortina y devolver la tranquilidad a los miles de mexicanos que inundaron las tribunas del Luzhniki.
Entonces entró el histórico y aún más engrandecido Rafa Márquez. El mítico 4 del TRI apareció por quinta vez en una Copa del Mundo para ponerle hielo a la situación aunque también experiencia y solvencia para cerrar el partido. Entonces el duelo se hizo aún más emblemático.
Layún tuvo la más clara para ampliar el marcador y sentenciar a los alemanes pero su balón se fue arriba, el segundo grito de gol se ahogó pero no el pensamiento aquel de que el fútbol es un deporte en el que los alemanes siempre ganan.
Poco a poco, el Tri fue retomando las formas y los contragolpes fueron su mejor arma.
A lo lejos el tablero marcó 3 minutos más de juego, que se hicieron una vida en la cancha y aún más en las butacas, cada segundo pareció durar una eternidad y justo cuando el sol comenzó a ponerse sobre el estadio y el atardecer cayó sobre nosotros se escuchó el silbatazo final que marcó una tarde histórica para México.
