Las acrobacias para sobrevivir en el circo en época de pandemia



De fondo suena “Theme from New York, New York” de Frank Sinatra y dentro de la carpa todos se ven entusiasmados, las luces neón alumbran la pista de hielo, hay palomitas en la dulcería y un payaso vestido de blanco en la entrada, pero al circo le falta algo: el público.

Desde hace más de tres meses el show del circo New York on Ice fue suspendido por las autoridades debido a la pandemia, hoy la familia Padilla, dueña de la carpa, está lista para retomar el espectáculo, el problema es que son uno de los sectores que no figuran en los indicadores del gobierno hacia la nueva normalidad y aún no saben cuándo podrán retomar su labor.

“No nos toman en cuenta las autoridades ni los medios de difusión, hablan de todo, del cine, del teatro, pero nunca he escuchado la palabra circo y es importante informarle al público, que nos conozcan, porque no existimos, sabemos lo grandes que somos, por ejemplo nuestros trapesistas que han ganado premios en el mundo, pero estamos olvidados”, afirma Humberto Padilla, presidente corporativo del circo ubicado en San Pedro Atocpan.

La alcaldía de Milpa Alta ha apoyado durante estos meses a la familia Padilla con los servicios necesarios para subsistir.

Detrás de la carpa, viven aproximadamente 20 personas en tráileres móviles y después de un tiempo, el arrendatario del terreno les condonó la renta mientras la crisis termina, los vecinos les dan agua potable con regularidad y la Comisión Federal de Electricidad les permitió pagar sólo el primer mes de la cuarentena.

“Más de 100 días de estar en este confinamiento, sin actividad y sin ingreso, nosotros ya estamos listos para comenzar, vinieron de protección civil y aprobaron, pero nadie nos ha dicho nada aún”.

Su próxima función no será igual que en marzo, cuando ofrecieron el último show; ahora a la taquilla sólo entrará una persona por familia para comprar los boletos, también podrán adquirirse en línea para evitar el contacto; antes de entrar habrá que usar gel antibacterial, tomarse la temperatura y sanitizar los zapatos; el acceso será por familia y en lugar de 700 personas, sólo entrarán de 200 a 250.

En la dulcería, las palomitas están en una bolsa sellada, todo el personal usa cubrebocas y careta, se instaló un lavamanos junto a la recepción y, por supuesto, las butacas guardan un metro y medio de sana distancia entre cada espectador.

Tras bambalinas, la coreógrafa Miroslava Padilla dirige a los patinadores para que coordinen su espacio mientras se preparan, les emociona subir a la pista de hielo y hacer su show de trapecismo, que es la especialidad de la dinastía, en la que ella forma parte de la quinta generación circense.

Por décadas fueron trapecistas del Circo Atayde y han viajado por todo el mundo.

Esta no es la primera crisis que enfrentan, en 2015 la prohibición de usar animales en los circos entró en vigor y tuvieron que cambiar el show a un espectáculo sobre hielo e incluso recrear figuras de dinosaurios para usarlos como atractivo.

“Fue un golpe muy duro, porque eran parte del espectáculo y fueron parte de la educación de muchos niños mexicanos, porque yo recuerdo en los años 50 llegaba un circo a un lugar y los niños no conocían a los animales, se espantaban, y ese era el aporte del circo, una lección de zoológico visual”, afirma Humberto Padilla, quien recuerda ver a sus hijos crecer rodeados de elefantes, jirafas y tigres de bengala.

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