LA FUERZA CELESTIAL AYUDO A LIBERAR EL BUQUE EVER GIVEN ATASCADO EN EL CANAL DE SUEZ.

No había forma de mover esa nave gigantesca de 400 metros de largo, 60 de ancho con una capacidad de transporte de nada menos que 20 mil contenedores. Esa nave de más de 200 mil toneladas estaba encallada entre las dos laderas del canal de Suez, que tiene poco más de unos 200 metros de ancho. Canal por el que pasa casi una tercera parte del comercio mundial de contenedores. Pero una fuerza llegada del cielo ayudó a los esfuerzos de los trabajadores del canal.



Por José Levy de “Desafíos Globales”.

(CNN Español) — No había forma de mover esa nave gigantesca de 400 metros de largo, 60 de ancho con una capacidad de transporte de nada menos que 20 mil contenedores. Esa nave de más de 200 mil toneladas estaba encallada entre las dos laderas de un canal de poco más de unos 200 metros de ancho. Canal por el que pasa casi una tercera parte del comercio mundial de contenedores. Pero una fuerza llegada desde el cielo lo logró.

Ha sido la última una semana en la que una fuerza «celestial», pues queramos o no en verdad «vino del cielo», esta «fuerza celestial» permitió la reapertura de una ruta clave para el comercio global.
Resulta que por vientos fuertes y tormentas de arena, un portacontenedores descomunal, uno de los más grandes del planeta, el Ever Given, que como tantos otros es de bandera panameña, bloqueó durante seis días la navegación en el estratégico canal de Suez.

Cientos de buques se encontraron en medio de uno de los atascos más llamativos de la historia.

Los suministros de materias primas, vehículos, muebles, productos eléctricos, envíos por correo, se vieron afectados en el comercio entre Oriente y Occidente. Superpetroleros estaban sin capacidad de llegar a sus destinos a menos de que optaran por un largo rodeo al continente africano.

Se temía de un cierre de largas semanas que afectara a una economía global que volvió a mostrar su enorme fragilidad.

Egipto pidió ayuda al mundo. Naves de todo tipo fueron enviadas a la zona. Por un lado, remolcadores potentes intentaron empujar al portacontenedores desde distintas direcciones. Por otro, buques dragaban cantidades ingentes de arena sumergidas en las costas del canal.

Al final, el factor considerado clave vino «del cielo».

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