Los mayores de 65 años que viven en la ciudad de Buenos Aires tendrán que pedir al Ayuntamiento un permiso de circulación para ir al supermercado, pasear a su mascota o pagar un servicio. La medida regirá desde el próximo lunes 20 de abril y supone un endurecimiento de la cuarentena obligatoria impuesta en Argentina el pasado 20 de marzo. El alcalde opositor Horacio Rodríguez Larreta dijo que “no se trata de prohibir a nadie”, sino de “ayudar a los mayores”, los más frágiles ante la pandemia. “El promedio de edad [de los muertos por la covid-19] en Argentina es de 71 años y en el mundo ocho de cada diez muertos es mayor de 70 años”, comentó el alcalde en una rueda de prensa convocada este viernes. Pero no pudo evitar las críticas. “El adulto mayor no es un débil mental y puede entender los riesgos” de violar el confinamiento, se quejó el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino.
Los adultos mayores que quieran salir a la calle deberán llamar antes a una línea de asistencia del Ayuntamiento. Escuchará entonces cómo el operador intenta disuadirlo ofreciéndole alternativas, como pedir las compras a domicilio o solicitar la ayuda de un familiar. Si se mantiene en sus trece, recibirá un código que luego deberá mostrar junto a su documento de identidad a cualquier policía que se lo pida. Si no tiene el permiso, que solo durará 24 horas, será acompañado a su casa, sin multa.
En la ciudad de Buenos Aires viven más de 650.000 personas mayores de 65 años. El 70% vive solo o con un familiar de su misma edad. Son, como en cualquier otro país, el sector más vulnerable. Hace dos semanas, decenas de miles de jubilados se agolparon frente a los bancos para cobrar sus pensiones, en una postal que puso en riesgo los beneficios del confinamiento decretado por el presidente Alberto Fernández. Ahora es común ver a las personas mayores en largas filas para pagar impuestos o comprar medicamentos. La ciudad de Buenos Aires quiere terminar con esas aglomeraciones.
El historiador argentino José Emilio Burucúa, uno de los académicos más respetados de Argentina, se convirtió sin quererlo en el vocero de los críticos. En un correo privado que envió a sus amigos y que luego llegó a la redes, comparó a alcalde Rodríguez Larreta con “un pequeño Hitler” y se fotografió con una estrella de David en el pecho con la leyenda “+ de 70”. “Esto no se puede admitir. Si me dijeran que en los viejos hay un actitud malsana hacia la cuarentena, pero somos el grupo etario que más la ha obedecido. No es posible hacer tabla rasa con los derechos ¿Qué vendrá después de esto?”, se pregunta Burucúa.
El debate sobre los límites a la libertad individual que ha impuesto la cuarentena atraviesan a todo el mundo. Pero la decisión de Buenos Aires ha generado especial rechazo porque carga contra un franja especialmente sensible. “Es una medida discriminatoria, que basa la condición de salud y funcionalidad en la edad. No se puede tratar a los mayores de estúpidos e ignorantes y vulnerar así su derecho a la autodeterminación”, dice Marcelo Bernardini, catedrático de Envejecimiento en la Universidad de Mar del Plata. “Cuidar tiene muchas formas, pero con esta medida te amparas en un cuidado que restringe libertades”, agrega.
El alcalde Rodríguez Larreta tomó nota de las críticas, pero no ha dado marcha atrás. “Son decisiones antipáticas, pero las hacemos para cuidar a todos. Mostramos la contundencia de los datos y enfatizamos que lo que queremos hacer acá es cuidar a los que más riesgo de vida tienen”, dijo. José Emilio Burucúa advirtió que acompañará sus visitas al mercado con una gran cartel de protesta.
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