NUEVA YORK.
China, que reportó apenas siete casos nuevos el lunes, mantuvo normas de distanciamiento social más estrictas en zonas de la provincia nororiental de Jilin, después de que se detectara un foco de infección de origen desconocido en la región.
En otras partes del país se han ido levantando las restricciones y muchos en Beijing, donde no se han detectado casos en varias semanas, dejaron de llevar mascarillas en espacios abiertos, aunque la mayoría de los establecimientos aún las requerían en espacios cerrados y en el transporte público.
Pese al levantamiento de medidas, las oficinas centrales de solicitudes en Beijing, a donde llega la gente de todos los rincones del país para presentar quejas, seguirán cerradas por el momento.
La Oficina del Gabinete de Japón reportó el lunes un descenso del 3,4% en el crecimiento anual del Producto Interno Bruto, ajustado a las variaciones estacionales, y se temía que los próximos datos fueran a peor.
Japón es muy vulnerable a a los efectos de la pandemia, dada su dependencia del comercio con China y Estados Unidos.
En la afectada Italia, el primer ministro, Giuseppe Conte, aceptó una petición de los líderes regionales para permitir que restaurantes, bares y establecimientos en playas reabrieran el lunes, semanas antes de lo previsto.
“Afrontamos el riesgo y tenemos que aceptarlo, de otro modo nunca podríamos reabrir”, dijo Conte.
Los gobiernos y administraciones regionales están teniendo problemas para gestionar la reactivación de economías castigadas por la pandemia. En Estados Unidos, las imágenes de bares, playas y paseos marítimos abarrotados sugerían que algunas personas estaban ignorando las advertencias de disfrutar de forma segura de los espacios reabiertos y limitar los riesgos de contagio.
El primer ministro británico, Boris Johnson, que estuvo hospitalizado el mes pasado con COVID-19, especuló el domingo sobre que quizá nunca se consiguiera una vacuna, pese al enorme esfuerzo global por conseguir una.
“Sigue quedando mucho para eso, y debo ser franco, quizá no se obtenga una vacuna”, escribió Johnson en la edición del domingo del Mail.
Los expertos señalan que aún faltan meses, si no años, para tener una vacuna disponible a todo el mundo, y han advertido de que levantar las restricciones demasiado rápido podría provocar un rebrote del virus.
En cambio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió a los estadounidenses un rápido regreso a la normalidad, que sonaba mucho más optimista que lo que la mayoría de los expertos considera realista.
“Estamos estudiando las vacunas, estamos estudiando curas y estamos muy, muy avanzados”, dijo en una llamada a un torneo benéfico de golf emitido el domingo en NBC.
Con 36 millones de personas recién desempleadas sólo en Estados Unidos, la presión económica crece aunque las autoridades admitan que reanudar la actividad supone un riesgo de nuevas infecciones y muertes. Muchos estados han levantado las órdenes de confinamiento y otras restricciones, permitiendo que algunos negocios reabran.
Unos 4,7 millones de personas se han infectado y más de 315.000 han muerto en todo el mundo, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins, aunque según los expertos esa cifra está por debajo del alcance real de la pandemia. Estados Unidos ha reportado más de 89.000 muertos, y Europa al menos 160.000.
La mayoría de los enfermos sufren síntomas leves o moderados. Pero algunos, especialmente ancianos y personas con problemas médicos previos, pueden morir o sufrir complicaciones más graves como la neumonía.
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