Hay un soplón en el mundo de Trump. ¿Alguien de su círculo íntimo soltó la sopa?



The Independent.

Cada día que pasa, es más difícil para el observador común y corriente distinguir entre la vida después de la presidencia de Donald Trump y la de la última temporada de Tony Soprano.

Solo en la última semana, el FBI ha registrado la casa de Trump en el marco de una investigación sobre su manejo de documentos clasificados, quien se ha acogido a la Quinta Enmienda en otro caso sobre sus negocios en Nueva York y ahora, según varios reportes, está tratando de identificar a un soplón de su círculo íntimo.

“El mundo de Trump está que hierve tras las especulaciones sobre qué ayudante o ayudantes cercanos se ‘cambiaron de bando’ y han proporcionado información sensible adicional al FBI sobre lo que el expresidente Trump guardaba en Mar-a-Lago”, reportó Axios esta mañana, citando varias fuentes.

Un artículo de The Wall Street Journal reportó que “alguien familiarizado con los documentos almacenados” avisó a los investigadores que podría haber más documentos clasificados en el complejo turístico.

Newsweek, por su parte, cita a dos altas fuentes gubernamentales que afirman que la orden del FBI para registrar Mar-a-Lago se basó en la información de una fuente humana confidencial “que fue capaz de identificar qué documentos clasificados seguía escondiendo el expresidente Trump”.

Los adversarios de Trump están sacando el máximo partido a los rumores. Los atormentadores profesionales de Trump en el Proyecto Lincoln sacaron un anuncio en el que se instigaba al expresidente sobre los posibles colaboradores en su entorno.

“¿Quién fue, Donald? ¿Quién te entregó a los federales?”, comienza, antes de repasar una lista de posibles familiares y asociados que podrían haber “cambiado de camiseta”.

“Donald Trump está paranoico por una razón; realmente van a por él”, afirmó el cofundador del Proyecto Lincoln, Rick Wilson, a The Independent.

“Su propio personal ha aprendido la lección de que Trump es ajeno a la lealtad o al honor. Están condenados si cooperan, y condenados si no lo hacen; pero, como ir a la cárcel rara vez atrae a sus seguidores, al menos algunos de ellos están soltando la sopa”, añadió.

Los rumores han despertado las pasiones de la “capo” de Trump, su propio Paulie Walnuts, Marjorie Taylor Greene.

“Ahora sabemos que había un informante del FBI en Mar-a-Lago. ¿Quién es y cuántos otros informantes del FBI están alrededor del presidente Trump a diario, trabajando en sus clubes, trabajando en Mar-a-Lago? O, ¿quizás en Bedminster o en su personal?”. Preguntó Greene.

“Estas son las cosas que quiero saber, porque son traidores, son traidores y están ayudando al ‘Estado profundo’”, señaló. “Estos son los enemigos internos, estos son los verdaderos enemigos, y están ahí para crear a propósito algo contra el presidente Trump que no existe”.

Eliminar a los enemigos internos ha sido durante mucho tiempo un pasatiempo de Trump. Incluso antes de que llegara a la presidencia, le gustaba promover la teoría de conspiración de que el ‘Estado profundo’ estaba fuera de su alcance. Durante su mandato, la rotación de sus principales asesores fue del 92 por ciento de cara a su último año, muchos de los cuales fueron despidos o renuncias bajo presión.

“¡Los filtradores son traidores y cobardes, y descubriremos quiénes son!”, escribió el entonces presidente Trump en Twitter en 2018.

En lo que respecta a la omertà [ley del silencio de la mafia siciliana], Trump ha practicado lo que predica. Se acogió a la Quinta Enmienda más de 440 veces durante una declaración en Nueva York de los investigadores con la fiscal general del estado, Letitia James.

Esta vez, lo que está en juego es aún mayor. Aprovechando las protecciones de su cargo, Trump se enfrenta actualmente a múltiples investigaciones en varios estados por múltiples presuntos delitos. La lista de posibles delatores y filtradores ha crecido de manera exponencial, así como las consecuencias.

La comisión de la Cámara de Representantes que investiga el atentado del 6 de enero presentó un desfile de exfuncionarios de la Casa Blanca de Trump que han testificado sobre su papel en el fomento de los acontecimientos de ese día: desde el exfiscal general William Barr hasta la exasesora Cassidy Hutchinson.

No obstante, en todos esos casos, Trump ha sabido defenderse públicamente. Llamó a Barr “débil y asustado” tras su testimonio, y a Hutchinson “¡malas noticias!”.

En esta ocasión, lo más importante es que no es un filtrador lo que molesta a Trump, sino un informante, alguien que podría no solo avergonzar al expresidente, sino ponerlo en verdadero peligro legal.

Entonces, ¿quiénes son los posibles candidatos?

Mark Meadows, antiguo jefe de gabinete de Trump, se sugiere con frecuencia entre los nombres de posibles colaboradores.

CNN informó recientemente que se había aconsejado a Trump que rompiera el contacto con Meadows, y que el expresidente ignoró ese consejo. Se cree que Meadows ocupa un lugar destacado en la lista de asesores de Trump que pueden enfrentarse a peligros legales relacionados con los acontecimientos del levantamiento del 6 de enero.

“La razón por la que [Meadows] es valioso es también la razón por la que está en peligro: básicamente estuvo a la derecha de Trump a lo largo de todos estos ejercicios y participó en reuniones y llamadas telefónicas clave”, explicó el exabogado de la Casa Blanca, Ty Cobb, a CNN.

El exfiscal federal, Glenn Kirschner, también señaló a Meadows como un potencial soplón.

“¿De verdad creen que Mark Meadows se va a quedar calladito y va a cargar con la culpa de Donald Trump? ¿Va a ofrecerse así nada más a ser el único culpable? No”, aseveró Kirschner en un vídeo publicado en YouTube el mes pasado.

“Va a reducir sus pérdidas. Va a cooperar. Va a decir lo que sabe. Va a entregar las pruebas del Estado. Va a delatar a Trump. Va a soltar la sopa”, añadió.

Sin embargo, Wilson, del Proyecto Lincoln, cree que podría ser alguien mucho más cercano a Trump.

“Apuesto a que fue Jared Kushner [yerno de Trump y antiguo asesor]. Está buscando una manera de salirse”, subrayó.

Hay otro escenario menos shakesperiano. Algunos de los testimonios más condenatorios de las audiencias del 6 de enero no procedieron de asesores de alto perfil de la Casa Blanca, sino de empleados y ayudantes de menor rango que casualmente estaban en la sala cuando se produjeron eventos clave.

Fue Hutchinson, exasesora de Meadows, quien reveló los detalles más impactantes sobre los movimientos de su jefe y de Trump ese día. Y Sarah Matthews, exvicesecretaria de prensa de la Casa Blanca, declaró que Trump “echó gasolina al fuego alentando a la multitud a marchar hacia el Capitolio”.

Si alguien en la órbita de Trump está proporcionando información a las autoridades, bien podría ser alguien cuyo nombre ni siquiera conoce.

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