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El flujo de haitianos hacia el norte de México continúa en pequeños grupos y generalmente en autobuses de pasajeros, aunque las autoridades mexicanas les están bloqueando el paso y ya han anunciado que comenzarán a devolverlos a su país en los próximos días.
El punto de mayor preocupación es un campamento establecido junto al río Bravo entre la localidad mexicana de Ciudad Acuña, Coahuila, y la estadounidense Del Rio, Texas, donde hay miles de migrantes —el viernes llegaron a sumar más de 13.000—, la mayoría de ellos haitianos, el cual ha generado preocupación entre las autoridades de ambos países, que van a repatriarlos vía aérea a Haití. Estados Unidos ya comenzó a hacerlo.
Pero muchos siguen avanzando hacia el norte por distintos puntos de México tras salir de su país en el Caribe, cuyos problemas siguen acumulándose. Los más recientes son la inestabilidad política generada por el asesinato del presidente Jovenel Moïse y un terremoto.
En el estado de Tamaulipas, unos 70 migrantes haitianos se encontraban varados el domingo en la localidad de San Fernando, a unos 700 kilómetros (434 millas) al sureste de Ciudad Acuña, en un municipio que se hizo tristemente famoso porque en 2010 fue escenario de la masacre de 72 migrantes a manos del grupo delictivo Los Zetas.
Los 70 hombres, mujeres y niños haitianos que están varados viajaban originalmente entre 500 personas a las que autoridades federales obligaron a descender de un autobús de pasajeros el viernes en la madrugada y dejaron en medio de la nada a 200 kilómetros (124 millas) de la frontera.
Según indicó el gobierno del estado en un comunicado, “autoridades militares les notificaron que no podían continuar su tránsito a bordo de autobuses de pasajeros”, y por eso los migrantes empezaron a caminar por la carretera en una región de intensa actividad del crimen organizado hasta que llegaron a San Fernando.
“A nosotros nos gustaría quedarnos a vivir aquí, que en esta ciudad nos den los papeles”, dijo un haitiano que viaja en un grupo de 12 personas de tres familias distintas y que pedían a los habitantes de San Fernando que los acepten y les dejen vivir en la ciudad. El hombre no quiso dar su nombre por miedo a ser deportado.
Pero si quisieran salir también tendrían problemas porque, según explicó Francisco Gallardo, director de la casa del migrante de la ciudad de Matamoros, “no les venden boletos de autobús ni para el norte ni para el sur”.
Las empresas argumentan que es por seguridad de sus choferes, ya que en el pasado ha habido casos de migrantes que han sido obligados a descender de autobuses de pasajeros por grupos armados que trafican con migrantes.
Otros siguieron caminando hacia la ciudad de Reynosa, vecina de McAllen, Texas, el sábado. Algunos consiguieron que particulares les transportaran parte del camino y llegaron a la ciudad fronteriza. Los que iban caminando, unos 300, pasaron el sábado por la tarde a través de un retén de las fuerzas federales, las cuales los dejaron avanzar sólo para detenerlos más adelante, dijo el migrante Emmanuel Sainvil vía telefónica el domingo, desde una localidad del estado de Veracruz a donde había sido trasladado sin más explicaciones con su esposa e hijos.
El deseo de algunos de estos migrantes era llegar a Ciudad Acuña. Otros le dijeron a la AP que amigos de Chile les habían aconsejado llegar a la frontera de Estados Unidos a través de Reynosa porque era una ruta más corta.
Los haitianos no solían ser repatriados a su país desde México, pero una autoridad federal que pidió el anonimato por carecer de autorización para hablar públicamente sobre el tema dijo a la AP el domingo que las devoluciones de haitianos comenzarían en los próximos días.
Según indicó, partirán desde Monterrey, una importante ciudad del noreste de México, y desde Tapachula, en la frontera con Guatemala y donde se acumulan desde hace meses miles de haitianos. En Monterrey hay un nodo carretero que conecta con los principales cruces del este de la frontera con Texas.
Estados Unidos ya había anunciado el inicio de vuelos diarios a Haití dada la crítica situación que se generó en Del Rio, Texas, y el domingo cerró su frontera en ese punto mientras miles de migrantes permanecen acampados bajo el puente fronterizo. El viernes, el jefe policial del condado Val Verde, Frank Joe Martinez, calculó que la multitud era de 13.700 personas.
La frecuencia de las devoluciones desde México, que casi había paralizado el retorno de haitianos —sólo repatrió a 85 de enero a julio de este año_, dependerá de la agilidad con que los diplomáticos de Haití puedan certificar la ciudadanía de esas personas, agregó la autoridad federal.
Algunos haitianos cuentan con visas humanitarias para poder moverse legalmente por territorio mexicano y las aprovechan para trasladarse hacia la frontera con Estados Unidos. Otros sólo tienen documentos que acreditan que pidieron refugio y, en esos casos, sólo pueden circular legalmente dentro del estado donde hicieron esa solicitud (que generalmente es en el sur del país). Solamente llevan sus pasaportes.
La llegada de haitianos a México y su desplazamiento hacia el norte no ha parado en todo el año, pero su flujo creció en las últimas semanas después de que miles protagonizaran protestas en Tapachula, hartos por la lentitud en la resolución de sus trámites migratorios.
En total casi 19.000 haitianos han solicitado refugio en México en lo que va del año, una cifra que supera con creces los casi 6.000 anuales que hicieron peticiones similares en 2019 y en 2020.
Hace unas semanas, algunos intentaron salir caminando en grupos desde la frontera sur, pero fueron interceptados y detenidos por las fuerzas de seguridad federales.