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Una tensa campaña electoral que volvió a agravar las diferencias políticas en Estados Unidos y aumentó las dudas sobre su compromiso con un futuro democrático terminaba el martes, mientras los votantes acudían a las urnas en las primeras elecciones nacionales bajo la presidencia de Joe Biden.
Las urnas abrieron mientras los demócratas se preparaban para resultados decepcionantes y temían perder el control de la Cámara de Representantes federal, y que su mayoría en el Senado, antes considerada más segura, se viera reducida. Gobernadores del partido en estados como Wisconsin, Michigan y Nevada también enfrentaban serios desafíos republicanos.
A su regreso a la Casa Blanca tras su último acto de campaña, Biden dijo que creía que ganarían el Senado, pero admitió que “la Cámara de Representantes es más difícil”.
Por su parte, el Partido Republicano encaraba la jornada con optimismo y apostaba a que un mensaje centrado en la economía, los precios del combustible y la delincuencia movilizara al electorado en un momento de inflación disparada y violencia en alza. En definitiva, confiaban en que la indignación por la decisión de la Corte Suprema de eliminar el derecho constitucional de las mujeres al aborto se hubiera disipado y que las elecciones de media legislatura se hubieran convertido en una valoración más tradicional de la labor del presidente.
“Será un referendo sobre la incompetencia de este gobierno”, dijo el representante republicano de Minnesota Tom Emmer, que lideraba los esfuerzos republicanos por retomar la cámara baja.
Los resultados podrían tener un profundo impacto en los dos últimos años de mandato de Biden. Si los republicanos controlan aunque sea una cámara del Congreso, el mandatario se vería vulnerable a una serie de investigaciones sobre su familia y su gobierno al tiempo que defiende los logros de sus medidas, como un gran paquete de infraestructura y otro de salud y gasto social. Un partido republicano más afianzado también podría complicar el aumento del techo de deuda y poner más restricciones a un apoyo adicional a Ucrania en la guerra con Rusia.
Si los republicanos tienen un resultado especialmente bueno, y arrebatan a los demócratas escaños en lugares como Nueva Hampshire y el estado de Washington, podría crecer la presión para que Biden no se presentara a la reelección en 2024. El expresidente Donald Trump, por su parte, podría intentar aprovechar los avances republicanos para presentar oficialmente otra campaña presidencial durante su “grandísimo anuncio” en Florida la semana que viene.
Las elecciones se celebran en un momento de inestabilidad en Estados Unidos, que salió este año de la peor parte de la pandemia del COVID-19 sólo para encontrar duros desafíos económicos. La Corte Suprema eliminó el derecho constitucional al aborto, lo que eliminó unas protecciones que llevaban cinco décadas en vigencia.
Y en la primera elección nacional desde la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio federal, el futuro democrático del país se ve en duda. Se esperaba que personas que participaron o estaban en los aledaños del letal ataque obtuvieran cargos electos el martes, incluso en la Cámara de Representantes. Varios candidatos republicanos a secretario de estado estatal, como los que se presentaban en Arizona, Nevada y Michigan, se han negado a aceptar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020. Si ganan el martes, serían los encargados de gestionar votaciones futuras en estados a menudo decisivos en las presidenciales.
Los demócratas admiten que la tendencia juega en su contra. Salvo raras excepciones, el partido del presidente pierde escaños en su primera elección de media legislatura. La dinámica es especialmente complicada dada la baja aprobación de Biden, que hizo que muchos demócratas en votaciones ajustadas tuvieran reparos a presentarse a su lado.
Apenas el 43% de los adultos estadounidenses dijo que aprobaba la gestión de Biden como presidente, según un sondeo de octubre de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research. En el mismo sondeo, apenas el 25% dijo que el país iba en buena dirección.
Los aliados de Biden han expresado su esperanza de que los votantes rechacen a los republicanos que han contribuido a un entorno político extremo.
“Creo que lo que vemos ahora es que un partido tiene una brújula moral”, dijo Cedric Richmond, que fue asesor de Biden en la Casa Blanca y ahora trabaja en el Comité Nacional Demócrata. “Y un partido quiere hacerse con el poder”.
Era un mensaje que atraía a Kevin Tolbert, trabajador en derecho laboral de 49 años y residente en Southfield, Michigan. Tenía previsto apoyar a candidatos demócratas, preocupado por el futuro de la democracia.
“Es algo que debe protegerse, y lo protegemos votando y saliendo y apoyando a nuestro país”, dijo Tolbert. “Estamos en un espacio frágil. Creo que es muy importante que lo protejamos, porque podríamos terminar como algunas de las cosas que vimos en el pasado, dictadores y eso. No necesitamos eso”.
Pero en Maryland, donde los demócratas tienen una de las mayores oportunidades de hacerse con un puesto de gobernador demócrata, Shawn Paulson dijo que había “demasiadas preguntas, no suficientes investigaciones” sobre los resultados de las elecciones de 2020.
“No debería ser una cosa negativa o ilegal de ningún modo hablar de lo que se va a hacer para mejorar la seguridad”, dijo Paulson, de 45 años y que preside el Comité Central de Republicanos del Condado Kent.
Autoridades electorales y estatales y el propio secretario de Justicia de Trump han dicho que no hay pruebas creíbles sobre que las elecciones de 2020 fueran amañadas. Las acusaciones de fraude del expresidente también fueron rechazadas de forma contundente en los tribunales, incluso por jueces nombrados por Trump.
Hay 34 escaños del Senado en juego con campañas ajustadas en Pensilvania, Georgia, Wisconsin y Arizona que podrían decidir qué partido controla una cámara ahora dividida al 50%, con la vicepresidenta, Kamala Harris, como voto de desempate. Los demócratas aspiran a ganar escaños en Ohio y Carolina del Norte, mientras que el Partido Republicano cree que puede arrebatar sus puestos a senadores demócratas en Nevada y quizá en Nueva Hampshire.
Además, 36 estados eligen gobernadores y los demócratas están especialmente centrados en conservar el control de Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Los tres estados, cruciales en las presidenciales, tienen cámaras estatales de mayoría republicana, y sus aspirantes republicanos a gobernador han repetido las mentiras electorales de Trump sobre 2020.
Las victorias republicanas en votaciones a gobernador podrían suponer leyes electorales más duras y en definitiva que no impidieran los esfuerzos de deslegitimar las elecciones de 2024 si las pierde Trump o cualquier otro candidato republicano.
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Los periodistas de Associated Press Corey Williams en Southfield, Michigan, y Gary Fields en Chestertown, Maryland, contribuyó a este despacho.
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