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Los esfuerzos del presidente Joe Biden por rebajar la tensión en la escalada bélica entre Israel y Hamás sufrieron un duro revés el martes, incluso antes de que partiera hacia Oriente Medio, ya que Jordania suspendió la cumbre prevista entre el mandatario estadounidense y los líderes árabes después de que una explosión mortal en un hospital de Gaza causara centenares de muertos.
Biden visitará ahora sólo Israel y pospondrá su viaje a Jordania, según declaró un funcionario de la Casa Blanca cuando el presidente despegaba de Estados Unidos.
El aplazamiento de la cumbre de Amán se produjo después de que el líder palestino Mahmud Abás se retirara de las reuniones previstas en protesta por la explosión, que el Ministerio de Salud de Gaza atribuyó a un bombardeo israelí. El ejército israelí dijo que no estaba implicado y culpó a un misil palestino.
“Esta guerra y esta agresión están llevando a la región al borde del precipicio”, declaró Ayman Safadi, ministro jordano de Asuntos Exteriores, a la cadena estatal de televisión al-Mamlaka. Afirmó que Jordania sólo acogería la cumbre cuando todos los participantes estuvieran de acuerdo en su propósito, que sería “detener la guerra, respetar la humanidad de los palestinos y entregarles la ayuda que merecen”.
Mientras estaba viajando, Biden emitió un comunicado en el que dijo estar “indignado y profundamente entristecido por la explosión en el hospital Al Ahli Arab de Gaza, y la terrible pérdida de vidas que se produjo”.
Agregó que inmediatamente después de conocer la noticia habló con el rey Abdalá II de Jordania y con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y señaló que ha “ordenado a mi equipo de seguridad nacional que continúe recopilando información sobre lo que ocurrió exactamente”.
“Estados Unidos defiende inequívocamente la protección de la vida de los civiles durante los conflictos y nos lamentamos por los pacientes, el personal médico y otros inocentes muertos o heridos en esta tragedia”, añadió Biden.
La cancelación de la visita a Amán refleja una situación cada vez más volátil que pondrá a prueba los límites de la influencia estadounidense en la región durante la visita de Biden el miércoles.
La decisión de Biden de ir a una zona de conflicto —el mismo año en que hizo una visita sorpresa a Ucrania— demuestra su voluntad de asumir riesgos personales y políticos al implicarse a fondo en otro intrincado conflicto extranjero, que no tiene resolución clara, pero sí una alta posibilidad de que las cosas se salgan de control.
El arriesgado viaje presidencial es emblemático de la convicción de Biden de que Estados Unidos no debe dar la espalda al papel central que ocupa en el tablero global y de su fe en que la diplomacia personal puede desempeñar un rol decisivo.
“Así es como Joe Biden cree que funciona la política y se hace la historia”, comentó Jon Alterman, vicepresidente sénior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés) que trabajó en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos mientras Biden era miembro.
En Estados Unidos, Biden se ha ganado los inusuales elogios de los republicanos por su liderazgo en cuanto a Israel, pero la posibilidad de proporcionar más ayuda es incierta. El gobierno estadounidense ha dicho que pedirá más de dos mil millones de dólares en ayuda tanto para Israel como para Ucrania, aunque los republicanos de la Cámara de Representantes siguen en desacuerdo.
Aun así, Biden está comprometido tanto con Ucrania como con Israel.
“Somos Estados Unidos de América, por el amor de Dios, la nación más poderosa de la historia del mundo”, dijo esta semana en el programa “60 Minutes” de la CBS cuando le preguntaron si las guerras en Israel y Ucrania eran más de lo que Estados Unidos puede asumir a la vez. “Tenemos la capacidad de hacerlo y tenemos la obligación de hacerlo… Y si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?”
En Israel, Biden tenía previsto reunirse con Netanyahu y otros funcionarios israelíes. Sus planes de reunirse después en Jordania con el rey Abdalá II, el presidente egipcio Abdul Fatá El Sisi y el líder palestino Mahmud Abás fueron cancelados.
También para estos dirigentes es importante evitar una escalada regional prolongada, especialmente ahora que Egipto y Jordania atraviesan un desequilibrio económico.
En septiembre, el Fondo Monetario Internacional publicó un informe en el que afirmaba que Egipto y Jordania se encuentran entre los países de la región que “están al borde de una crisis de deuda”. Egipto, en particular, sufre una elevada inflación.
Ninguna de las dos naciones quiere aceptar refugiados. Jordania ya cuenta con una gran población palestina, y el país está haciendo frente a cientos de miles de refugiados de la vecina Siria, Irak y otros lugares.
Mientras tanto, el número de muertos sigue aumentando. Los ataques israelíes contra Gaza han matado a por lo menos dos mil 700 personas y herido a más de nueve mil 700, según el Ministerio de Salud de Gaza. Casi dos tercios de los muertos eran niños, según un funcionario del ministerio.
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