La Opinióm
En plenas elecciones presidenciales, la retórica antiinmigrante crece terriblemente con comentarios acerca de que los inmigrantes son criminales y una basura.
El problema es que ese discurso de odio tiene consecuencias reales, ya que alimenta las tensiones raciales y propaga el miedo, el dolor y la rabia en las comunidades inmigrantes, aún entre aquellos cuyo trabajo es asegurar que haya comida en la mesa de los estadounidenses día con día.
Durante la videoconferencia “El impacto del discurso del odio entre los trabajadores del campo” organizada por Ethnic Media Service, organizadores de campesinos y un fotoperiodista hablaron del impacto que la retórica antiinmigrante tiene en los trabajadores inmigrantes, especialmente en California, el estado con la mayor población de trabajadores migrantes en Estados Unidos
Gustavo Gasca Gómez, coordinador del Stop the Hate Project y especialista de la Immigration Outreach con Education and Leadership Foundation, dijo que el 95% de las comunidades a las que llegan, les han expresado su miedo y ansiedad por el futuro.
“Están preocupados principalmente por ser deportados si acceden a beneficios como cuidado de salud para sus niños que son ciudadanos de Estados Unidos, y a que se considere como carga pública, pero no venimos a causar daño. Somos humanos comprometidos con este país”.
A nivel nacional, el 70% de los trabajadores del campo son latinos nacidos fuera del país; en California, el 75% son indocumentados, y casi el 100% son latinos.
Reveló que él es un indocumentado con una rebanada de privilegio, ya que es beneficiario de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
“Aún estoy en una posición precaria, pero millones de personas quisieran estar en mis zapatos. Puedo trabajar y tengo seguridad social, pero no puedo votar o dejar el país y regresar con un permiso exprés”.
Reveló que antes de ser beneficiario de DACA en 2012, se convirtió en trabajador del campo apenas terminó la secundaria.
“Trabajar en el campo es duro, sucio y tedioso. Te adormece la mente de muchas maneras, pero es un empleo del que el país entero depende”.
De acuerdo a las estadísticas del FBI, los crímenes de odio bajo Trump aumentaron casi 20%, de 6,121 en 2016 a 7,314 en 2019. El 57.6% fueron motivados por el odio a la raza.
En 2019, se registraron 51 asesinatos motivados por el odio. Se trató de la cifra más alta en casi tres décadas.
Arcenio Lopez, director del Mixtec Indigenous Community Organizing Project en Ventura, California, dijo que lo que más les preocupa es la retórica antiinmigrante en la televisión, que dice que las personas indocumentadas son criminales y no son bienvenidas, lo cual refuerza las acciones de odio.
“Vimos el aumento del crimen motivado por el racismo cuando Trump fue presidente”.
Relató que las comunidades migrantes mexicanas experimentan el odio a diario.
“Les decimos oaxaquitas, inditos. Nos han dicho que hablamos un dialecto, no una lengua. Nos dicen que somos chaparros, feos y morenos”, dice.
Y recordó que la gente en Oaxaca no deja su tierra por gusto.
“Si van a Oaxaca, van a ver muchas compañías de Estados Unidos, Canadá y Europa extrayendo recursos naturales contra quienes ellos no pueden competir porque no tienen ni siquiera agua limpia”.
Un análisis Brookings muestra que el apoyo hacia Donald Trump en la campaña presidencial de 2016 estuvo principalmente motivado por la retórica antiinmigrante y racista, junto con un sentimiento sexista.
Manuel Ortiz Escámez, fotoperiodista fundador del sitio de noticias Peninsula 300, dijo que los migrantes siempre han sido el enemigo ideal de algunas campañas políticas de Estados Unidos, y las estadísticas demuestran que funciona.
“Los datos arrojan que a mediados del siglo 19, las industrias manufactureras animaban a los inmigrantes irlandeses a trabajar en Estados Unidos mientras que los nativistas del Know-Nothing Party los llamaba ladrones de empleos.
“El país vio esfuerzos similares con los inmigrantes chinos que vinieron a trabajar a los ferrocarriles y las minas de oro hasta que fue aprobada el Acta de Exclusión China aprobada por el Congreso en 1882”.
De acuerdo a Ortiz Escámez, el sentimiento antiracista está evolucionando de lo que sido por décadas.
“Con un segundo gobierno de Trump, los migrantes serán los primeros en sufrir, pero no serán el único enemigo. Harán blanco de cualquiera que los cuestione”.
Agregó que durante una discusión comunitaria en Tulelake, una pequeña ciudad en el condado de Siskiyou al norte de California, todos coincidieron en que los migrantes sufren de miedo y ansiedad debido a las elecciones.
“Algunos no están accediendo a MediCal (programa de salud para las personas de bajos ingresos en California) porque tienen miedo de ser considerados carga pública”.
Incluso algunos niños son acosados en la escuela con comentarios tales como que una vez que Trump regrese, su familia será deportada.
“Muchos trabajadores del campo me dijeron que se sienten aislados. Solo se dedican a ir a la iglesia, a trabajar, acuden a la tienda y se quedan en la casa, porque no saben qué pueda pasar”.
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