Juan Montoya.
Hace muchas décadas, cuando Herminia Becerra tenía a sus tres hijas y era trabajadora migrante raleando remolachas azucareras en Nebraska, miró a su alrededor y se dio cuenta de que no era su taza de café.
“Era una vida muy dura “, recuerda. “Trabajabas desde el amanecer hasta el atardecer y tenías muy poco que mostrar. Decidí probar la política”.
El pasado sábado, después de décadas de trabajar en los votos de los candidatos, falleció en su casa en Las Prietas, en el oeste de Brownsville. Tenía 95 años.
Pero en aquel entonces, cuando se dedicó a la política, Ray Ramon, un graduado de Georgetown, se enfrentaba al establishment político del condado de Cameron y el establishment estaba contraatacando. Ramón buscó apoyo en los barrios y las zonas rurales y encontró un adherente dispuesto en Herminia.
“Ramón ayudaba a la gente “, recuerda. “No le pedí dinero. Tomé sus tarjetas y comencé a caminar por las calles de Las Prietas para conseguirle votos”.
Ganó Ramón. Para muchos de los que votaron por él en las colonias, ranchitos y barrios, Herminia fue la razón por la que votaron por primera vez. Muchos admiraron su tenacidad.
Y pronto, otros aspirantes a políticos se dirigieron a su puerta en busca de su respaldo y apoyo. Herminia, que no se debilita ante la mirada pública, pronto se asoció con otras politiqueras (como se llama aquí a los practicantes políticos) y pronto tuvo un sistema de recolección de votos que muchos aspirantes a políticos cortejaron.
Llevaba el nombre como una insignia, con orgullo, pero consciente de las malas connotaciones que implica la etiqueta. Hasta la fecha, un puñado de politiqueras (o politiqueros), algunas de ellas amigas suyas, han sido acusadas y condenadas por recolectar votos ilegalmente en guarderías para adultos o en los barrios pobres de la ciudad.
Pero Herminia dice que tiene seguidores leales que le dan su voto porque ella los ha ayudado de diversas maneras.
“Cuando sus hijos sean encarcelados, puedo hablar bien de ellos”. ella dijo. “Si reciben una multa de tránsito o necesitan que la ciudad repare un bache en su calle, puedo hablar con alguien para que venga y los cuide. No lo olvidan”.
Ha aparecido en muchos medios de comunicación a nivel nacional y su imagen (cantando canciones políticas frente al tribunal del condado o vistiendo extravagantes trajes patrióticos) se ha difundido por todo el país. Si bien no es ninguna fanática, está claro que disfruta de la atención, especialmente en época de elecciones.
“Vamos a ganar…con Neece vamos a ganar “, se ríe y lanza una canción para su actual candidato. “Verdad, mi’jo que vamos a ganar?”
Su muerte hoy marca el fin de una era y, para bien o para mal, seguirá siendo parte de la historia y la tradición política local. Adiós Herminia. Nuestro más sentido pésame para su familia.
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