“Soy taquera, mexicana y chingona’; Lola Olivares, de ser una bebé ilegal a estar en el Super Bowl.



Medio Tiempo.

El Sueño Americano, el que miles de mexicanos han perseguido desde hace décadas con desenlaces contrastantes. Muchos murieron en el intento, otros lo lograron pero fueron deportados, y entre las historias de éxito que vale la pena contar está la de Lola Olivares, nacida en Tijuana y llegada ilegalmente a los Estados Unidos con solo seis meses, gracias a que sus padres se la encargaron “a una güerita” para cruzar la frontera.

Han pasado más de cuatro décadas desde entonces. Quién iba a decir que esa mexicana, a quien sus padres por años le dijeron: “‘Fulano’ va a venir por ti para cuidarte” ante el peligro de ser capturados por la policía antiinmigrantes, sería partícipe del evento deportivo más importante de los Estados Unidos: el Super Bowl LVII en Phoenix.

‘Si un día no me ves, alguien vendrá por ti para cuidarte’

Es la semana previa al Super Bowl en la tranquila ciudad de Phoenix. Pasadas las 19:00 horas, Lola recibe a mediotiempo en un café que ha sido dispuesto expresamente para la entrevista porque “ya es tarde para estar abiertos”. Con la emoción a flor de piel recordando los años en que sus padres y ella se escondían de la temida “migra”, hoy puede decirse ciudadana estadounidense exitosa emprendedora mexicana en el primer mundo.

“Mis papás sí tenían la Visa, pero yo no tenía mis papeles. Mi mamá me contó la historia de que me entregó a una señora güera para que me ayudara pasarme, ella güerita y yo morena. La señora me pasó (a Estados Unidos) como su nieta. Llegamos primero a Chicago, de ahí nos mudamos a Los Ángeles, pero mi mamá siempre me decía que si un día ellos no estaban, ‘fulano’ iba a pasar por mí. Cuando crecí entendí a lo que se refería, que si la policía de migración los agarraba, no iban a poder volver por mí a la casa. Gracias a Dios y al momento en que Ronald Reagan fue presidente (años 80), tomamos la amnistía y nos hicimos residentes de los Estados Unidos cuando yo tenía 13 años”, platica.“Me mudé PhoenixArizona, en el 2013 porque el costo de vivir en Los Ángeles era carísimo. En el 2019 renuncié a mi trabajo para sacar mi licencia para tener mi propio negocio porque ya no quería trabajar para nadie. Siendo mujer no tenemos los mismos derechos que los hombres, también pasa aquí en los Estados Unidos, ellos ganan más que nosotras”.Lola’s Tacos, la historia de una inmigrante hecha ‘a pura lucha’

Es con su mudanza a Phoenix que comienza la historia que nos tiene reunidos a unas horas de que se dé el kickoff en el State Farm Stadium para el Super Bowl del 2023. Una mexicana que, como millones, no supo rajarse, se rebuscó la vida con nuestra tan representativa gastronomía. Bajo el símbolo de una luchadora enmascarada pasó de estar “contra las cuerdas” a ser una campeona del maíz con su emprendimiento llamado Lola’s Tacos.

“Mi negocio empezó en un gimnasio usando una parrilla conectada a una pared para vender tacos. Me acuerdo que solo me cabían siete tacos en esa parrillita. La gente me empezó a preguntar si hacía eventos privados y les decía que sí, aunque no tenía ni idea, me puse a buscar en Google cómo atender un evento de esos”.
Como a millones, la pandemia de coronavirus trastocó planes personales y profesionales. Pensando en llegar al altar, el incondicional apoyo de su hoy esposo Michael Flore (nacido en El Paso, Texas, y a quien su abuela le enseñó español) los llevó a desistir momentáneamente de una fastuosa fiesta nupcial para perseguir otro sueño juntos, que eventualmente la pondría en el radar de los Arizona Cardinals de la NFL.

“Llegó la pandemia en 2020 todo se me canceló, todos los eventos de seis meses se me cancelaron. Tuve que ponerme a vender tortas y tacos a mis amigos (…) Cuando la pandemia comenzó a ceder, cancelé mi boda porque mi esposo y yo decidimos usar ese dinero para comprar un food truck que se llama ‘Big Red’”, rememora ante la mirada de Mike, quien con pañuelo en mano está atento a las emociones de Lola recordando sus andanzas.“Me llamó la gente del estadio porque me conocieron en un concurso de tacos en el que yo era la única mujer y gané el premio. Cuando supieron eso, State Farm (marca que da nombre al estadio de los Cardinals) me invitó para vender tacos en sus eventos. Después me invitaron a ser parte de la temporada de los Cardinals vendiendo tacos afuera del estadio”.El primer gran paso estaba dado, pero no era suficiente. Lola fue buscada por los gerentes del estadio para que ayudara buscando potenciales empleados con la reanudación de las actividades post-COVID. Su carisma ayudó a reclutar 200 personas y, en agradecimiento, le ofrecieron ser una de las vendedoras oficiales de comida en el State Farm Stadium, que para entonces ya tenía designado ser sede del Super Bowl LVII.

“Es un honor saber que un pedacito de México está a través de mí (…) Estoy muy orgullosa de estar en Estados Unidos, me ha dado mucho, pero primero estoy orgullosa de ser mexicana. Mi padre y abuelas me lo inculcaron desde chiquita, el ‘nopal’ siempre lo vas a tener en la frente. No tengo palabras para agradecer al universo que me permita representar a México en un Super Bowl vendiendo tacos, quesadillas, burritos, arroz con frijoles y hasta aguas frescas. Soy una mujer taquera porque siempre se dice ‘taquero, taquero’, orgullosamente soy una mujer taquera en el Super Bowl 57”.
‘Hoy digo que soy luchona, taquera y chingona’

De aquellas noches en vela pensando en la posibilidad de ser deportados a estar en el gran partido de la NFL. Han pasado muchas cosas en la vida de Lola Olivares, pero toda esa incertidumbre sufrimiento la convirtieron en un caso de éxito pese a las adversidades. Echando la vista atrás, una palmada en el hombro y unas palabras de aliento a la niña que fue cruzada a los Estados Unidos por una “güerita” reconfortan el alma y llenan de lágrimas su rostro.

“Hoy le diría (a sí misma) que todo va a estar bien, que el universo tiene otros planes y que va a sobresalir. ‘Vas a ser una luchona, una guerrera, una persona valiente y poderosa’. Eso ahora se lo comparto a mis hijos y a mi nieta, que ellos serán así. Que su madre es una guerrera y una chingona que no se raja. También volvería atrás para decirle a mis papás que su hija será una chingona”.​
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