Ha comenzado un aumento largamente previsto de las muertes por coronavirus en Estados Unidos, principalmente en estados del sur y el oeste, de acuerdo con datos sobre la pandemia.
La cifra diaria de muertes había bajado durante meses incluso en estados como Florida y Texas, donde se registraron aumentos bruscos de casos y hospitalizaciones, y las cifras diarias de contagio en el país batieron récords varias veces últimamente.
Los científicos habían advertido que esta situación no duraría. La muerte de coronavirus, cuando sucede, suele producirse varias semanas después del contagios. Los expertos pronosticaron que al aumentar los casos y las hospitalizaciones, lo mismo sucedería en algún momento con los decesos. El pronóstico se está cumpliendo.
“Está aumentando de manera consecuente. Y está aumentando cuando se había previsto”, dijo William Hanage, investigador de enfermedades infecciosas en la Universidad de Harvard.
De acuerdo con un análisis de Associated Press de los datos de la Universidad Johns Hopkins, el promedio móvil semanal de muertes diarias reportadas en Estados Unidos ha aumentado de 578 hace dos semanas a 664 el 10 de julio, aún muy por debajo de los picos de abril. Las muertes diarias reportadas aumentaron en 27 estados en ese lapso, pero en la mayoría de esos estados el promedio es inferior a las 15 muertes por día. Un grupo más pequeño de estados es el que impulsa el aumento nacional de muertes.
California reporta en promedio 91 muertes diarias, seguida por Texas con 66 y aumentos significativos en Florida, Arizona, Illinois, Nueva Jersey y Carolina del Sur. Se cree que el aumento en Nueva Jersey se debe en parte a que sus informes de muertes probables son menos frecuentes.
Florida estableció un récord de 496 muertes en una semana, un promedio de 71 decesos diarios, se informó el sábado. El promedio semanal de Florida hace tres semanas era de 30 por día.
El impacto ya lo sienten las familias que perdieron seres queridos y también los trabajadores de la salud que trataron de salvarlos.
Rublas Ruiz, un enfermero de cuidados intensivos en Miami, estalló en llanto durante una cena de cumpleaños reciente con su esposa y su hija. Dijo que estaba abrumado por la cantidad de enfermos que han muerto en su unidad.
“Conté 10 en menos de cuatro días en nuestra UCI y dejé de contar porque eran tantos”, dijo el enfermero del Centro Médico Regional Kendall.
El virus ha matado a más de 130.000 personas en Estados Unidos y más de medio millón en el mundo, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, aunque se cree que las cifras reales son mucho más altas.
Los investigadores prevén que las cifras de muertes seguirán aumentando durante varias semanas, aunque no de manera tan dramática como en marzo y abril, por varias razones.
Primero, el testeo era sumamente limitado a inicios de la pandemia y ahora resulta claro que las infecciones no reconocidas se propagaban en el transporte público, las residencias para ancianos y otros lugares antes de que se supiera qué sucedía. Ahora ha aumentado el testeo y se comprende mejor la magnitud de los focos.
Segundo, mucha gente ha modificado su conducta, y el uso de la mascarilla se ha vuelto mucho más común en algunos lugares. Y aunque aún no hay vacuna, mejora el tratamiento de los enfermos en los hospitales.
Otro factor, trágico, es que los virus nuevos fatales suelen atacar en primer término a poblaciones vulnerables como los ancianos o las personas debilitadas por otros trastornos. Eso significa, al menos en el noreste, que “muchas de las personas vulnerables ya han muerto”, dijo Perry Halkitis, decano de la facultad de salud pública de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey.
.