Londres.
Es el comienzo de la tarde del viernes, una hora que marca el fin de la semana laboral en algunas partes del mundo, y la mitad del fin de semana en muchas otras.
En lugar de prepararse para salir, recibir a amigos o disfrutar un merecido descanso en casa, miles de millones de personas en todo el mundo estaban encerradas en casa en plena pandemia de coronavirus.
Fotógrafos de Associated Press tomaron imágenes en diferentes partes del mundo el viernes a las 18:00, hora local, y encontraron que incluso los espacios públicos más emblemáticos seguían tan desiertos como un domingo por la mañana.
En la estación de Waterloo, la más bulliciosa de Londres y un popular punto de encuentro, faltaba el habitual frenesí de pasajeros y visitantes de la capital británica.
La Via Nazionale, que suele ser una de las calles más transitadas del centro histórico de Roma, seguía desierta y con los comercios cerrados tras casi ocho semanas.
En circunstancias normales, los corazones de la mayoría de las ciudades vibran de energía a esa hora del viernes. Pero desde que el coronavirus se ha extendido por el planeta, los días y las horas se han confundido, comprimidos en una larga espera a que la vida vuelva a la normalidad.
En París, el reloj parado apunta a una escultura titulada “L´Heure de Tous” (“La hora de todos”) que cobra un nuevo significado en la solitaria estación de Gare Saint-Lazare.
Mientras tanto, un joven ensaya tocando la trompeta en la localidad ucraniana de Stari Petrivtsi, mientras la vida sigue de puertas adentro, lejos de la vista del público.
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