Tres de cada cuatro hospitales estadounidenses sondeados ya están atendiendo a pacientes con casos confirmados o sospechosos de coronavirus, según un informe federal publicado el lunes que halló que los sanatorios prevén verse abrumados mientras el número de casos se encamina rápidamente hacia su punto más álgido.
El informe advierte que distintos problemas ampliamente reportados están alimentándose entre sí en un círculo vicioso. Estos incluyen insuficientes pruebas de detección, lentitud en los resultados, escasez de equipo de protección, escasez de respiradores para pacientes gravemente enfermos, y personal exhausto y temeroso de su propia seguridad.
“Existe esta especie de efecto dominó”, dijo Ann Maxwell, inspectora general adjunta en el Departamento de Salud y Servicios Humanos. “Estos desafíos se alimentan entre sí y exacerban la situación. Hay un efecto en cascada”.
El informe del inspector general se basa en un sondeo telefónico de 323 hospitales en todo el país efectuado del 23 al 27 de marzo. Con cientos de nuevos casos diarios de la enfermedad COVID-19, la cual es provocada por el coronavirus, la situación está volviéndose más extrema para muchos de los 6.000 hospitales del país. Otros aún pueden prepararse.
“Los hospitales reportaron que sus desafíos más significativos giraban en torno a las pruebas y la atención a los pacientes con COVID-19 o sospechosos de tenerlo, y mantener a salvo al personal”, concluyó el informe.
“Es probable que todos los hospitales de Estados Unidos tengan que hacer frente a esto”, afirmó Maxwell.
En la mayor parte de la gente, el coronavirus provoca síntomas moderados. Sin embargo, en algunas personas, especialmente los adultos mayores e individuos con enfermedades preexistentes, puede generar problemas respiratorios que pongan en riesgo su vida.
Estados Unidos tiene más casos diagnosticados en la pandemia que cualquier otro país, según cifras recopiladas por la Universidad Johns Hopkins. Los pronósticos indican que el impacto máximo en la nación ocurrirá a mediados o a fines de este mes.
El hallazgo clave del informe, señaló Maxwell, es que diversos problemas _normalmente atendidos en forma individual_ están alimentándose entre sí para embrollar todo el sistema.
Por ejemplo, la falta de pruebas de detección y la lentitud de resultados hacen que los hospitales tengan que mantener internados más tiempo a los pacientes con casos no confirmados de coronavirus. Eso ocupa valiosas camas y hace que se gaste equipo protector como batas, mascarillas y protectores del rostro, ya que los doctores y las enfermeras tienen que asumir que los pacientes con síntomas de problemas respiratorios podrían dar positivo al coronavirus.
El incremento en la carga de trabajo eleva el estrés del personal clínico, al cual también le preocupa que pueda llegar a carecer de la capacidad para protegerse adecuadamente.
De los 323 hospitales sondeados, 117 reportaron que estaban atendiendo a uno o más pacientes con COVID-19 confirmado, mientras que 130 dijeron que atendían a uno o más pacientes sospechosos de estar contagiados. Los casos sospechosos son atendidos de manera similar debido a las incertidumbres relacionadas con las pruebas. Sólo 32 hospitales dijeron que no estaban atendiendo a ningún paciente con caso sospechoso o confirmado de COVID-19. Otros 44 hospitales no proveyeron esa información.
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