Con la presencia del coronavirus, una ESPII se declara ante un evento extraordinario que “constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad, y podría exigir una respuesta internacional coordinada”.
Se trata de una situación “grave, súbita, inusual o inesperada; tiene implicaciones para la salud pública que van más allá de las fronteras del Estado afectado, y puede necesitar una acción internacional inmediata”, describe la Organización Mundial de la Salud, (OMS).
La primera alerta, en 2009, fue ante la pandemia de la influenza H1N1, originada en el oriental estado mexicano de Veracruz, que cobró la vida de al menos 284 mil 500 personas a nivel mundial.
Luego, la diseminación internacional del poliovirus salvaje en mayo de 2014 llevó a la segunda declaratoria y apenas tres meses después, en agosto, se aplicó la tercera ante el virus del Ébola en África occidental.
El 1 de febrero de 2016 el virus del Zika disparó la cuarta ESPII en 11 años, tras reconocerse casos de microcefalia y otros trastornos neurológicos en Brasil, que siguieron al primer brote detectado en la Polinesia francesa en 2014.
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